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Un fin de semana de primavera

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Este pasado fin de semana, con la llegada de la primavera y la tregua que parece nos ha concedido el mal tiempo, Cádiz se lanzó a la calle para, sin hacer mucho gasto que no está la cosa para dispendios, disfrutar de la fiesta de los Pepes y las Pepas, Constitución incluida. Ha sido un largo fin de semana en el que todas las instituciones han celebrado con brillantez y concordia, al menos aparentemente, numerosos actos y encuentros.

En San Fernando, en la antigua sede constitucional, la merecida entrega de las medallas de la provincia y el homenaje a sus Hijos Predilectos y Adoptivos. En la capital, la ofrenda a la Constitución gaditana y la entrega de los también muy merecidos Premios Cortes de Cádiz. Y mientras se sucedían las celebraciones institucionales, todos pudimos vivir en las calles el buen ambiente que se respiraba. La plaza de San Antonio, esa que insistentemente intentaba bombardear el Simón Desfosseux de la novela de Arturo Pérez Reverte, se llenó de olores, colores y sabores, y durante unas horas se hizo inmune a las preocupaciones diarias que, en cierta medida, equivalen al asedio de 200 años después.

En el Centro de Interpretación del Bicentenario disfrutamos de la muestra del Cádiz de 1812, mientras la calle Ancha se llenaba de trajes y uniformes de época. Realmente el ambiente era el propicio para dejarse llevar de la mano del académico y magnífico escritor cartagenero, y seguir a través de su texto los escenarios de esa novela que, sin duda, va a ser la mejor embajadora de Cádiz durante los próximos dos años.

Pasear por los aledaños del Oratorio, acercarnos a la esquina de Manuel Rancés, recorriendo con la vista la fachada de la casa e imaginando a Lolita Palma, detrás de sus muros, cuidando las plantas del patio mientras sopesa como hacer frente a las dificultades. Mirar La Caleta con los ojos de Pepe Lobo, o recorrer con Rogelio Tizón el Mentidero o Santa María. Tomarnos un café cerca de San Agustín, imaginando como serían las tertulias del café de Correos, y aprovechar para releer esa también magnífica obra de Ramón Solís, El Cádiz de las Cortes. Realmente un plan atractivo para un fin de semana de primavera.