
¿Unión? General de Trabajadores
Las dos candidaturas que pugnaron por la Secretaría General mantienen abiertas las heridas con un cruce de denuncias que ha llegado a los juzgados El líder regional, Manuel Pastrana, ha tenido que mediar en el tenso conflicto entre sectores del sindicato
Actualizado: Guardar«Trabajaremos todos juntos» decía Pedro Custodio el pasado 18 de septiembre, en San Roque, nada más ser reelegido como secretario general de la Unión General de Trabajadores en la provincia. Seis meses después, aquella frase, mitad tópico, mitad buena intención, aún no se ha cumplido. Las heridas abiertas en aquel XI Congreso Provincial siguen abiertas. Es más. Se han emponzoñado hasta el límite de convertirse en denuncias ante la Justicia ordinaria.
El tono de la disputa interna ha subido tanto que, incluso, Manuel Pastrana, como responsable autonómico de la central, tuvo que convocar un consejo en Algeciras -el pasado 10 de marzo- para poner paz, pedir sensatez y reclamar el comienzo de una nueva etapa de corrección que parece recién iniciada.
El origen de esa situación se remonta, justamente, a la última cita congresual, la del final de verano de 2009. La UGT gaditana resolvió aquella cita con un estrechísimo margen.
Pedro Custodio se ganó el derecho democrático a seguir al frente de la organización por un diminuto margen. Obtuvo el 52% de los votos favorables entre los 150 delegados.
Su único oponente, Antonio Pavón, se quedó a un exiguo 2% de relevarle. Esa pequeña ventaja, tan válida como cualquier otra según las reglas participativas aceptadas por todos, fue la mecha del incendio que la UGT provincial ha vivido durante el último medio año sin que casi nadie alcanzara a ver las llamas.
La candidatura alternativa y derrotada, la encabezada por Pavón (antiguo colaborador de Custodio), comenzó a fiscalizar la gestión del secretario general de forma muy estricta. Esta tarea de oposición interna, que ambas partes admiten aunque muchos militantes encuentran impertinente, desembocó en la primera de las denuncias internas.
Varios miembros de la lista derrotada presentaron en diciembre una demanda a la Comisión de Garantías. En esa queja formal, se achacaban a Pedro Custodio, especialmente, y a varios miembros de su Ejecutiva gastos excesivos o indebidos a cargo de la organización. Esos supuestos dispendios estarían relacionados con facturas de telefonía móvil y comidas o cenas.
Ese órgano, equivalente a un tribunal interno en la UGT regional, investigó el asunto y lo desechó, dos veces. Consideró que no existía el menor indicio de ningún derroche.
El pasado mes de enero, después de una amplia investigación y de cotejar todo tipo de datos, el Comité de Control exculpó a Custodio y a sus colaboradores, no había nada de gastos irregulares. Aún así, queda pendiente una última resolución de los estamentos estatales (Comisión de Garantías) de la organización, que deben confirmar o matizar este veredicto.
La Unión General de Trabajadores, como otras grandes organizaciones e instituciones, tiene sistemas de auditoría interna que evalúan todos los gastos de forma regular. En el caso de este sindicato, se hace cada seis meses, al margen de las revisiones derivadas de denuncias concretas como éstas.
Aunque ese caso quedó en nada, desató un intercambio de denuncias que ha agravado la situación. Una reunión celebrada el pasado mes de febrero para tratar el despido de varios trabajadores de una fundación ligada al sindicato desató el siguiente episodio de la tormenta.
Testigos presenciales afirman que aquel encuentro derivó en un enfrentamiento verbal preconcebido y rayano en la violencia. Tuvo, entre sus presuntos protagonistas, a varios miembros de la candidatura perdedora en el congreso de septiembre.
La virulencia de ese incidente fue tal que la dirección regional de UGT, uno de cuyos miembros estaba en el encuentro, decidió abrirles un expediente que aún está pendiente de resolución.
Acusaciones van y vienen
Además de esas dos demandas internas, el malestar ha llegado a la Justicia ordinaria. Tanto esa reunión, que casi acaba en agresiones, como la desaparición de distintos documentos de sedes sindicales y el envío de correos electrónicos o mensajes de telefonía con un contenido presuntamente punible han sido elevados a los tribunales, que aún no se han resuelto. Al margen de las decisiones que tomen tanto los órganos reguladores internos de la central como los juzgados que han recibido las demandas de carácter externo, lo que una veintena de responsables y afiliados cercanos a ambas candidaturas admiten es que el clima interno ha sido extremadamente desagradable en los últimos seis meses. Eso sí, casi todos lo consideran pasado, acabado, terminado.
Manuel Pastrana, líder andaluz de UGT, reunió a los dos sectores enfrentados desde el congreso de septiembre aprovechando una escala en Algeciras.
El mensaje fue directo: con la situación que atraviesan los trabajadores y, sobre todo, el enorme número de desempleados de la provincia, el último motivo para perder energías son las diferencias endogámicas. La llamada al orden fue absoluta. La tensión debe cesar. Ambas partes deben aceptar todas las sentencias de carácter interno como las ordinarias, no reincidir en semejantes episodios y dejar de mirarse un ombligo infectado. Todos los llamados al orden se muestran convencidos de que aplicar esas recomendaciones es, ya, imprescindible.