He visto a 'El Bojiga'
Actualizado: GuardarCuando ya se cumple cierta edad, las visitas al cementerio Mancomunado suelen ser más frecuentes porque aquel amigo de tu quinta ha fallecido y acompañamos a sus familiares. También es cierto que, pese a la tristeza y reflexión que se emana en un Camposanto, el Mancomunado de Chiclana invita a pasear porque ofrece algo más: el clasicismo y la modernidad se puede comprobar en la diversidad de los nichos y ello acompañado de la pirámide y el lago que, al menos, atrae a la curiosidad. También llama la atención la cantidad de perdices que por allí voltean, tal vez por la cercanía con Medina Sidonia. No se escapa de nuestro interés la visita obligada al especio dedicado a gaditanos ilustres (alcaldes, escritores, músicos) y entre ellos, cercano al de la Perla de Cádiz, mi entrañable amigo, Diego Jiménez Antúnez, 'El Bojiga'.
Si bien mi amistad con Bojiga data de hace más de media década. Vecino del Barrio de Santa María, sus últimos años los pasó en Extramuros, en el barrio de La Laguna. Y allí las tertulias más disparatadas, con interrupciones del cante del tenor Pepito Girón y el olor del potaje que nos preparaba el niño de La Puchi, pasamos en la peña unos ratos muy agradables. Pero, un día, «¿dónde está Diego, 'El Bojiga'?» «Antonio, a Diego lo han operado», me responden. Allá que voy yo al Puerta del Mar a ver a El Bojiga preocupado por su salud y me lo veo con las mismas ganas de juerga de siempre, contándole a la familia del enfermo de al lado cuando fue torero, que el día que se casó le tiraron arroz y del mismo bolsillo salió un mechero que lo dejó tuerto; que se colocó en el Ayuntamiento y lo mandaron de matarife, más tarde de guardia jardines para terminar su vida laboral en el Parque Móvil. Pero si bien es conocida la gracia de este hombre, había que verlo contando todo eso por señas, porque a El Bojiga lo habían operado de la garganta. Lo bien que explicaba lo de torero, matarife o jardinero.
«Ya me voy no vaya a ser que venga el médico y nos llame la atención», porque lo que pasaba en la habitación 639 no era normal. «¡Antonio , Antonio , espera , no te vayas! , di en el periódico que todo el personal de la sexta planta se ha portado de maravilla conmigo», me dijo El Bojiga.
El Bojiga volvió a la peña pero... ya no cantaba ni le oíamos su caracteristíco pregón que decía: «Tres melones veinte duros...». ¡Cómo cantaba El Bojiga por Manolo Caracol!, bordaba la canción de 'Carcelero'.
'Bojiga', he besado tu busto.