Esa mano...

Bueno, pues ya está. Agarraditos de la mano a ojos del mundo entero. Javier Bardem y Penélope Cruz escogieron la fiesta superlativa del cine para hacer oficial lo suyo, simbólicamente. Visto que salieron indemnes de su aparición conjunta en la gala de los Goya -aunque aquí sin tocamientos-, nuestras luminarias han dado un paso más. A su manera, así, al desgaire, como pasando del batallón de cámaras apostado en el Kodak Theatre de Los Ángeles la noche de los Oscar. Ellos son muy dueños de sus gestos, de sus tiempos. Hacen bien. Aunque, por alguna razón, parecen medir con distinto rasero a los medios de un lado y otro del Atlántico. Es una impresión quizá viperina, no digo que no. El caso es que se les ve siempre un punto más condescendientes con la canallesca 'hollywoodiense' que con la prensa doméstica.

Esos 'late night shows' de los Letterman, Leno y compañía donde, ora una, ora otro, se han dejado tomar el pelo con una sonrisa. Y con gesto amable -y no una mirada asesina o un bufido- han esquivado preguntas cotillas sobre su intimidad. O esa portada de 'Esquire' con Bardem disfrazado de dandi y un chucho en el regazo. ¿Se lo imaginan de esa guisa en una revista nacional? Servidumbres del 'star system', dicen algunos. O no. ¡Viva Antonio Banderas!