Cartas

Nuestro carnaval

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Quiero expresar mi opinión sobre cómo veo nuestro Carnaval de estos últimos años y quiero hacerlo con la sana intención de no molestar a nadie. El Carnaval es una fiesta que aquí en Cádiz adquiere una singularidad que lo distingue y lo hace único e inimitable, pero pienso que eso que lo hace distinto necesita unos toques para evitar que caiga en lo chabacano y hasta soez como lo veo y lo siento hasta ahora.

Para mí el Carnaval ha sido y seguiría siendo arte y la escultura es arte también. Dos formas distintas de expresar la belleza: unidad, variedad y armonía. Existió un escultor griego allá por los años 390 a. J.C., que se llamaba Praxíteles; escultor extraordinario, que descubrió una teoría muy interesante, que aplicó a sus esculturas del cuerpo humano transmitiéndole un punto erótico al contemplarlas. Decía el famoso escultor, que el cuerpo humano en sus dos sexos no deformes y en su plenitud, eran bellos por naturaleza y contemplarlos desnudos, una verdadera gozada, pero se dio cuenta de que, semidesnudos, no sólo resultaban una hermosura sino que eran eróticamente más atractivos. La insinuación de las ondulaciones de sus formas anatómicas erógenas producían al adherirse el vestido semiabierto mayor placer al admirarlas que si estuviera completamente desnuda.

La insinuación es la clave, que si se siguiera aplicando en las graciosas letras de nuestras agrupaciones en nuestro carnaval, sería más elegante y placentero aunque más difícil, artístico e inteligente, que hacer una sátira de un acontecimiento político o de un personaje público, de forma tan desnuda y directa, cuando no con ex abruptos o expresiones que rayan en lo soez, irrespetuoso y a veces, hasta insultante.