La vista se desarrolló ayer en el Juzgado de lo Penal número 3. :: ESTEBAN
Jerez

«Todos se citaron para pelear y actuaron como provocadores»

Muchas contradicciones en el juicio por la reyerta de San Cayetano, en el que la Fiscalía destacó las ganas de gresca de los cuatro imputados

JEREZ. Actualizado: Guardar
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El cruce de acusaciones y versiones contradictorias se sucedió ayer en el juicio por la reyerta de San Cayetano, donde lo único que se sacó en claro fueron las ganas de todos los imputados de meterse en pelea. Así al menos lo consideró el fiscal tras escuchar la declaración de los cuatro procesados, además de tres testigos, dos policías y otros tres forenses, que corroboraron que el 8 de mayo de 2008 se produjo una reyerta en la calle San Cayetano, cuyas consecuencias podían haber sido mucho mayores.

El primero en testificar fue el presunto autor de la puñalada, Alejandro L. D, que reconoció que había agredido a Néstor G. R. con un cuchillo, aunque eso sí, sólo en legítima defensa. Como relató, acudió al domicilio de un amigo llamado Miguel en la citada calle y en la puerta se encontró con Eva V. M. y Jesús M. P, que buscaban a otro amigo suyo llamado Edgar con el que mantenían un conflicto abierto, como así lo confirmó el aludido que también acudió en calidad de testigo al juicio.

Al no encontrar a esta persona y siempre según el imputado, comenzaron a increparlo hasta que subió a la vivienda, donde continuó siendo acosado a través de insistentes llamadas al telefonillo. Finalmente, bajó «para aclarar las cosas» junto a Miguel y a su novia Aída, que había llegado con posterioridad, y entonces apareció Néstor G. R, que había sido llamado por una Eva V. M. que «estaba muy nerviosa y gritaba todo el rato».

Según él, el último en aparecer le agredió con una barra extensible, tras lo que para defenderse le asestó una puñalada en el brazo donde llevaba el instrumento con un cuchillo, que había cogido de la casa de su amigo antes de bajar porque «conocía la mala fama de esta gente».

Una vez que sucedió todo, Alejandro L. D. aseguró que volvió a subir al domicilio, a donde la policía llamó poco tiempo después para preguntar por lo ocurrido y él se confesó autor del apuñalamiento. Miguel, Aída y otra testigo más confirmaron su versión, mientras que como era de esperar los otros tres imputados ofrecieron un relato diferente de los hechos.

Lagunas en las causas

Néstor G. R. subrayó que había llegado al lugar sólo para «intentar poner paz», ya que había sido avisado por sus amigos, y que en ese momento llevaba la barra extensible porque portaba una mochila con lo necesario para sus prácticas militares, que sacó de su coche porque también tenía documentación que no quería perder. Sin embargo, contó que se vio obligado a utilizarla, pero siempre tras ser agredido en primer término por el otro joven.

En cuanto a lo aportado por Eva V. M, ella manifestó que el origen de la pelea fue otro bien distinto al que relató el acusado del apuñalamiento. Según la chica, estaba acompañada de otra pareja cuando se encontraron con Alejandro L. D, al que no conocían, y al preguntarle por una dirección éste empezó a dar patadas «diciendo que se había peleado con su novia, se había metido de todo y estaba fuera de sí».

Como aseguró, huyeron del lugar de los hechos y se lo contó posteriormente a su novio Jesús M. P, tras lo que decidieron volver para «pedirle explicaciones sobre su comportamiento», como subrayó el propio Jesús. A su vez, también avisaron a Néstor G. R. para que acudiera como refuerzo y éste utilizó la barra extensible, tras ser atacado por el otro.

La joven también declaró que había sido víctima de una fuerte patada en el vientre (en esos momentos estaba embarazada) y de amenazas con el cuchillo por parte de Alejandro L. D, algo que sin embargo no pudo ser confirmado por el resto de testigos ni tampoco por los peritos.

De esta forma, quién agredió primero a quién no quedó claro, como tampoco el origen inicial del conflicto. En lo que sí coincidieron las dos partes, como recordó el fiscal en su conclusión final, es en que ambas portaban «instrumentos peligrosos» (cabe señalar que el uso de una barra extensible está prohibido), sin olvidar que «todos se citaron sabiendo que iban a una pelea y actuaron como provocadores».

Por ello, el Ministerio decidió mantener su petición inicial de tres años de cárcel por un delito de lesiones para Alejandro L. D, más dos meses de multa para Néstor G. R. por una falta de lesiones y otra multa para el resto por amenazas. La defensa de Alejandro pidió la libre absolución, argumentándola entre otras cosas en legítima defensa y solicitando que, en todo caso, se tuviera en cuenta el atenuante de colaboración con la Justicia, pues él mismo se declaró autor de los hechos y no opuso resistencia.

La defensa del resto, por su parte, se decantó por cinco años para Alejandro por un delito de lesiones, más otros dos por falta de lesiones y delito de amenazas sobre Eva. El juicio quedó visto para sentencia, que se espera sea dictada en los próximos días.