COMO UN MUEBLE
Actualizado: GuardarDe la semana pasada, hay dos imágenes que me impactaron de una manera especial. Una, la del desafortunado deportista georgiano Nodar Kumaritashvili estampándose contra una columna después de salir despedido de su trineo en los entrenamientos de los Juegos Olímpicos de Vancouver. El comité organizador dice que fue un error humano, es decir, del malogrado deportista. Yo discrepo, o mejor dicho, matizo; todos los errores son humanos, los objetos creados por el hombre 'fallan' y la naturaleza, siempre sigue su curso. Independientemente del autor de error, en este caso concreto deberíamos plantearnos seriamente algunas opciones deportivas en las que el error no supone encajar un gol, o perder un partido, sino dejar de respirar.
A mí, esto de la alta competición en superficies resbaladizas no me inspira tranquilidad como espectador, la verdad sea dicha. Descanse en paz. La otra imagen que me impresionó fue también causada por un «error humano». Ahora, al igual que los organizadores olímpicos, no seré yo el que ponga nombre y apellidos al asunto. La cruda realidad se nos mostró en una fotografía en la que vimos la figura de cera de Marichalar abandonar el museo transportada en un carrito verde. Una cosa es que se divorcie de la Infanta, pero que le divorcien de la historia de esa manera, por la puerta de atrás, montado en una carretilla y con el único salvoconducto que un albarán de entrega, me parece excesivo castigo. Hay que pensar que Marichalar siempre será el padre de sus hijos, y que éstos, por muy 'Froilanes' que sean, algún día entrarán en una página de Internet y verán a un muñeco con la cara de su padre tratado como un mueble en día de mudanzas, habiendo como hay opciones más discretas, el clásico incendio fortuito que se origina en la sala del museo donde está el fleco que hay que quitar. Yo preferiría desaparecer derretido que almacenado en el rincón del olvido.