TRIBUNALES

Suspendida la condena al acusado de estafar con dólares fotocopiados

El procesado, al que se le ha tenido en cuenta la eximente por enfermedad mental, tendrá que recibir a cambio dos años de tratamiento psiquiátrico

El acusado declara ante el tribunal ante la mirada de sus padres. LA VOZ

M. ALMAGRO

La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cádiz ha suspendido la condena a D. A. P., acusado de un delito de elaboración de moneda falsa y de una falta de estafa por intentar engañar en 2007 en dos bancos de Chiclana entregando unas «burdas fotocopias» de dólares para que en una nueva cuenta se le ingresara ese dinero convertido a euros. En vista de los informes médicos presentados por la defensa, el Ministerio Fiscal, que ya había rebajado la pena de falsificación de 8 a 4 años por esta eximente en un grado, decidía llegar finalmente a una conformidad y retirar la acusación por falta de estafa y admitía también la suspensión de la privación de libertad.

Así las cosas, el magistrado suspendía la pena de cárcel a condición de que el procesado continúe por un periodo de dos años en tratamiento ambulatorio para tratar sus problemas psiquiátricos. Además, el centro tendrá que enviar de manera semestral a la Audiencia un informe que certifique que D. A. P. está acudiendo al centro.

Alivio

Tras esta decisión, los padres del acusado respiraban aliviados después de casi diez años de procedimiento y a la salida le daban emocionados las gracias al juez. La letrada del acusado, Maricarmen de Gracia Candón, se mostraba también satisfecha tras haber podido poner fin ante la Audiencia a esta historia después de que en la instrucción se admitieran como pruebas unas «burdas fotocopias» de dólares. Los hechos se remontan a 2007.

El condenado acudió a un banco de Chiclana. Una vez allí, entregó un billete de cinco dólares y otros cinco billetes de un dólar y pidió que se lo ingresaran convertidos en euros en una nueva cuenta. Al día siguiente fue a otra entidad bancaria. En esta ocasión intentó colar 187 billetes de cinco dólares , pero el empleado se dio cuenta rápidamente de que lo que tenía ante sí eran fotocopias a color, que además estaban mal recortadas y cuyas reproducciones tenían el mismo número de serie.

D. A. P., que en el momento de los hechos tenía unos 30 años, esperó paciente mientras supuestamente el trabajador hacía las gestiones pero, en realidad, a quien estaban esperando era a la Guardia Civil. Ante los agentes, el condenado asumió su culpa y aseguró que lo había hecho «por la economía familiar». También relató cómo había fabricado los billetes en casa. Impresora, tijeras, un cúter, y un programa de edición fotográfica le habían bastado para intentarlo.

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