Artículos

La autoridad

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

No se asusten, no me ha poseído Rouco Varela, en el sentido espiritual del asunto quiero decir, pero voy a hablar de la pérdida de la noción de autoridad. Los gobiernos de todo el mundo que dice ser civilizado -eso habría que comprobarlo- están recomendando a sus ciudadanos en peligro que se vacunen contra la gripe A, pero la gente y, me consta que hasta algunos médicos lo recomiendan, no se vacuna porque tiene el virus tras la oreja.

Hemos llegado a un punto en el que no nos creemos nada y es muy triste porque ello significa que hemos perdido la fe (¡ozú como estoy hoy!) en lo que se llama la autoridad o, si ustedes lo prefieren, en los que, en teoría, tendrían que estar informados de las cosas y recomendarnos a los demás lo que tenemos que hacer.

Ya sólo creemos en la ensaladilla rusa y, de todos modos, fíjense en el detalle, antes de comernos un chicharito lo abrimos por la mitad no vaya a tener trampa dentro. Se han quedado tanto con nosotros que muchos nos tememos que detrás de los sustos que nos meten con la gripe A, lo que hay es una gran jugada de las farmacéuticas y la A, más que a temible nos suena a -y es muy triste decirlo- vamos A ver cuánto quieren mangar éstos con el asunto.

Los últimos años han sido demoledores para la autoridad. Un presidente del Gobierno del estado más importante del mundo se inventó todo lo inventable para realizar una guerra en los que unos cuantos se han puesto hasta el flequillo de ganar dinero y otros muchos han perdido la vida. Aquí, otro de la misma calaña le siguió el juego y habló de una conspiración de cuento para intentar lavarse la cara, pero la tiene tan sucia que no se la limpia ni la lejía de Los 3 Sietes ¿Sigue existiendo por cierto Los 3 Sietes? Los de ahora, los pobres míos, también se lucen insistiendo en que no se ha pagado por la liberación del Alakrana y hay más testigos que vieron los billetes que gente ha visto un gol de Ogbeche en Carranza.

Los que cuidan los dineros, los bancos, tenían a unos pocos de delincuentes dentro y empresarios respetables de toda la vida, gente bien que se diría por aquí, se han visto con más pringue que Tarzán en los tobillos, como decía el Peña... Él si que era de fiar.

Nos han pedido moderación, se quejan de lo que cuesta a una empresa poner un tío en la calle, pero el vasco del nombre largo que trabajaba en no sé que banco, se fue a su casa con yo no se cuantos euros en el bolsillo... Para él no se pidió moderación.

Los mangantes de la política que son sólo una minoría, también hay que decirlo, pero bien estruendosa, se inventan miles de cosas y cuentan historias cada día más rocambolescas para justificar lo injustificable y la gran tristeza es que empieza a cundir la idea de que son todos iguales y esa será la gran victoria de los mangantes, que corra la idea de que lo suyo no tiene importancia porque los demás se han llevado mucho más.

Uno de los daños colaterales de estos últimos años de la práctica del «sin complejos», que traducido resulta cara dura sin ninguna moderación, ha llevado a que ya la gente no se crea nada, que tenga mucha más fe en lo que dice un tío en Internet que ni conocen que en lo que dicen lo que hemos llamado siempre la autoridad.

Aunque parezca una cosa muy antigua se ha perdido la decencia, pero no la que gusta a Rouco, sino la otra, la del pensamiento, el de no hacer algo que está mal, simplemente por decencia, porque te lo impide tu propia moral o tu mínimo aprecio por el prójimo.

Nos quejamos de que los jóvenes no respetan nada, pero habrá que pensar si, con este panorama, tienen algún ejemplo válido de respeto en el que basarse.