Un ciudadano interrumpió el Pleno para tomar la palabra al inicio de la sesión
Un ciudadano interrumpió el Pleno para tomar la palabra al inicio de la sesión - V. L.
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El Pleno de los líos en el Ayuntamiento de Cádiz

El curso se estrena con errores en las votaciones y dudas sobre el reglamento

Antonio M. de la Vega
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Que el Ayuntamiento de Cádiz afronta un tiempo nuevo se hizo más evidente aun en el Pleno ordinario celebrado ayer. El rodillo ya no existe, a menos que la oposición se empeñe en ello; el equipo de Gobierno va a tener que defender como suyas propuestas con las que no solo no comulga, sino que van manifiestamente en contra de sus postulados programáticos; PP y PSOE están dispuestos a hacer valer su veteranía y no van a dudar en enmendarle la plana al alcalde a la menor ocasión que tengan; y todo esto se ve por la tele.

Son solo algunas de las conclusiones rápidas que se pueden sacar de un somero análisis de lo que fue la primera sesión ordinaria de este mandato.

Sin duda la nota más llamativa estuvo en las formas. El partido de Gobierno no domina aun el reglamento orgánico del Pleno, es evidente. Y eso hizo que el lío fuera constante.

En primer lugar antes de empezar el debate un vecino se puso en pie y pidió tomar la palabra porque se tenía que marchar. Aunque en principio José María González le advirtió que no era el momento, después de que el vecino le recriminara que «con Teófila Martínez nunca había tenido problemas para intervenir», el alcalde se dejó convencer.

El siguiente capítulo llegó con la concesión de los turnos de palabra. Al alcalde le traicionó su condición docente e hizo que los concejales que querían intervenir tuvieran que levantar la mano en cada ronda de intervenciones. Llegó a reñir a Ignacio Romaní porque no lo hizo en una ocasión. A partir de ahí todos se mostraron mucho más disciplinados.

Le siguió en el rosario de despropósitos el descontrol absoluto en la votación del punto 15 del orden del día, en el que el PSOE instaba al equipo de Gobierno a realizar de manera urgente un Plan de Empleo Municipal dirigido a los colectivos más vulnerables. En este punto se presentaron dos enmiendas: una de adición del grupo Sí se puede y otra de sustitución del PP. Una vez defendidas ambas, el portavoz del Ciudadanos solicitó que se votase en primer lugar la enmienda de sustitución, puesto que si se aprobaba ya carecía de sentido votar la adición a una propuesta (la del PSOE) que había sido retirada. A ello accedió el alcalde y se ve que el resto de grupos no lo terminaron de entender, porque con los votos a favor de PP y Ciudadanos y la abstención sorprendente del equipo de Gobierno y el PSOE, se tumbó la propuesta original. Es decir, el PSOE permitió con su abstención que se pasara a debatir la propuesta del PP en lugar de la suya propia. Inmediatamente los que se abstuvieron pidieron una nueva votación, llegando el alcalde a advertirles que eso sería del todo irregular. Aun así permitió que se votara la propuesta de adición a la propuesta original, ante el enfado de los populares, y también salió aprobada. En medio de la confusión el PP pidió amparo al secretario, que les recomendó que hicieran un texto común en el que se unificaran todas las propuestas. El PP no quedó convencido y solicitó un informe jurídico de esta surrealista situación.

Justo antes de cerrar la sesión también el alcalde recomendó al socialista Fran González que cambiara el texto de una de sus propuestas para evitar las sospechas de prevaricación que José Blas Fernández proclamaba ante la posibilidad de readmitir a los 24 trabajadores cesados el pasado año en Servicios Sociales. Entonces fue Teófila Martínez la que quiso dar un curso acelerado de reglamentación municipal al alcalde.

En definitiva, fue un Pleno lleno de equívocos, poco riguroso por momentos, en el que se pidió que primase el fondo sobre las formas, pero en el que precisamente las discusiones formales se impusieron al debate de interés ciudadano.

Pero no fue lo único que dejó el Pleno. Se vieron los primeros piques entre concejales, se masticó la inquina del PP contra los dos ediles de Ganar Cádiz, sorprendió el talante conciliador de Teófila Martínez –que en varias ocasiones se ofreció al alcalde para hacer frente común por determinados proyectos de interés para la ciudad–, también sorprendente que el alcalde apenas entrase en el debate de ninguno de los puntos que se trataban –todo lo contrario de lo que hacía su antecesora en el cargo–, y llamó la atención el protagonismo de Ganar Cádiz en la defensa de muchas de las propuestas en nombre del equipo de Gobierno, haciendo sombra a sus compañeros de Por Cádiz sí se puede, que en algunos casos salieron del Salón de Plenos sin haber realizado ninguna intervención.

Lo que no cambió, ni parece que vaya a cambiar, a pesar del llamamiento de Juan Manuel Pérez Dorao o David Navarro a la cordialidad (ellos mismos se autocalificaron como ilusos), es la tensión que se respira en estas sesiones mensuales. La diferencia está en que los cabreados ya no van a ser siempre los de un lado, porque ayer se demostró que un gobierno en minoría como el de Cádiz, se va a ver obligado muchas veces a tragarse el sapo de defender las propuestas de la oposición. Pasó ayer, varias veces, y seguirá pasando.

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