RÉQUIEM POR EL VAPOR
No es la primera vez que se va a pique, ya ocurrió en 1929, cuando se llamaba 'Cádiz'. Su calderá estalló en el muelle portuense
PERIODISTA Y ESCRITOR Actualizado: GuardarSemana horribilis de la Bahía de Cádiz: se hunde el Vaporcito de El Puerto e ingresan en el hospital a Antonio Martín, el comparsista que tanto le cantara. Él mejora de salud afortunadamente y al vapor quieren ahora rescatarlo repellarlo o sustituirlo. A fin de cuentas, no es la primera vez que se va a pique.
Ya ocurrió en julio de 1929, cuando se llamaba 'Cádiz'. Su caldera estalló cuando se encontraba atracado al muelle portuense de la plaza de las Galeras. En rigor, aquel fue el último vapor. A partir de entonces, las autoridades exigieron motores de explosión, como el del primer 'Adriano', que era tan gaditano que había nacido en los calafates de Maniños-Fene y que tras surcar las aguas del Ferrol había viajado al sur para hacer la travesía entre Sevilla y Sanlúcar durante la exposición de 1929. Era una motonave construida por Antonio Fernández Fernández, un indiano que había vuelto a Galicia y que le puso dicho santo y seña en memoria de su padre muerto y no en el del emperador andaluz del mismo nombre.
Hasta Andalucía lo trajo su hermano José. Y a este, le siguió su hijo, al que la leyenda recuerda todavía como Pepe el del Vapor, junto con sus hermanos Eduardo, Andrés y Juan Fernández Sanjuán, el último patrón de esta primera saga de diez marineros de distancias cortas. El 'Adriano' no se llamaba todavía 'Adriano I', hasta que se jubilara en 1955.
El 'Adriano II' -ya con capacidad para 400 personas- se había construido en 1942 y desde entonces también cruzaba estas aguas solo que en viajes nocturnos o excursiones turísticas como aquella que llevó a Edgar Neville a rodar a bordo una secuencia de su película 'Duende y misterio del flamenco', con un jovencísimo Chano Lobato en cubierta.
Sin embargo, sería el 'Adriano III' quien sustituyese a su abuelo. El mismo que ahora acaba de hundirse al chocar contra los cantiles de los muelles de Cádiz y que saludaba al respetable con sus tres toques sucesivos de sirena cada vez que zarpaba o su pitada continua cuando entraba en el río. También era gallego de freidor: los hermanos Fernández Sanjuán lo mandaron construir en los astilleros de San Adrián, en Vigo y en 1999, cuando empezó a sufrir la implicaba competencia de los catamaranes, la Junta de Andalucía le declaró Bien de Interés Cultural (BIC). Ahora, tendrá que restaurarlo como si fuera un monasterio o un palacete del XVIII.
El Vapor traía y llevaba a los aficionados a los toros de El Puerto, pero también Pepe medía la profundidad del río y la calidad del fondo de la desembocadura del Guadalete, como un regalo cómplice para los pesqueros que faenaban desde el río del olvido. Así le llamaba Rafael Alberti, que pidió que sus cenizas fueran esparcidas desde el Vapor a su muerte: «Mire usted si ese barquito tiene una gracia exquisita, que hasta dio su viajecito la célebre Tía Norica». Mucho antes de que Paco Alba le dedicase aquel imborrable himno de 'Los hombres del mar' (1965), que Chano Domínguez llevase hasta el jazz, Fernando Quiñones ya le rindió homenaje con un soneto: «Juguetillo del agua gaditana/ con algo de gaviota marinera./ Pañolón de espumilla salinera/ escapado de un cuello de gitana.// Corazón de guitarra y de sonrisa,/ de tanguillos, mariscos y sabores./ Es un patio andaluz lleno de flores/ galán del agua, novio de la brisa.// Su festiva apariencia, su gracioso/ rostro infantil y su alegría/ contradicen su nombre majestuoso.// ¡Oh, la nativa y sutil ironía/ del vaporzuelo amable y caprichoso,/ perenne girasol de la Bahía!».
No tan perenne, se dirá ahora: «Fuera de servicio. Disculpen las molestias», puede leerse en su página web en estos días. El Libi, desde su hundimiento, lleva barajando probables letras de coña a su memoria, en vísperas del juego que dará el suceso durante el próximo Carnaval. Incluso, en su página de Facebook, ha publicado una esquela mortuoria, firmada por su marido Paco Alba y por su hijo Juan Sebastián Elcano, que también está mayorcito, afirma, y que lleva a bordo muchos catéteres y guardiamarinas.