A VER QUÉ PASA
Actualizado: GuardarTerminó agosto, el mes de vacaciones. La mayoría de españolitos, después de tostarse al sol y pegarse algún que otro chapuzón, comienzan a afrontar la moderna depresión post vacacional, o sea, el cabreo por la vuelta al tajo (los que todavía lo tienen). Pero este no ha sido un agosto al uso, nada de eso. Ya desde los primeros días del mes, nuestra clase política se ha empeñado en que en lugar de olvidarnos de las noticias hayamos estado más pendientes de los telediarios que nunca. Aunque el lenguaje empleado no lo entendíamos la mayoría, subió la prima de riesgo casi a 400 puntos y, a lo que se ve, estuvimos a punto de caramelo de convertirnos en lo que fue Grecia hace unos meses, un desastre económico y la sombra de los «corralitos» se nos vino a la mente a más de uno. Luego se levantó la polémica sobre la visita del Papa a Madrid y hasta aquí llegó la marea con la celebración del magno Vía Crucis provincial donde saltaron antiguas rencillas institucionales, sin comentarios. Pero agosto no quería marcharse de rositas y en su recta final nos ha dejado el mejor de sus regalos. El acuerdo entre los dos partidos mayoritarios para incluir lo de la estabilidad presupuestaria en nuestra Constitución y que está levantando ampollas. Según parece, por lo que he podido deducir, esta medida, y sus consecuencias, impedirán los despilfarros a los que nos tienen acostumbrados nuestros dirigentes. O sea que si los que nos gobiernan fueran honrados y coherentes no sería necesaria su aplicación, acabáramos. Lo malo de todo esto es que nosotros los ciudadanos de a pie no sabemos a qué atenernos y, como preconizó el Yuyu, somos los «últimos en enterarnos», ya me entienden. Comienza septiembre, a ver lo que nos espera hasta las elecciones, aunque les auguro que no será nada bueno, al tiempo.