LA SUCIEDAD DEL PP

Los que me conocen saben que no suelo votar en ninguna convocatoria electoral, que esto de la democracia es el menos malo de los sistemas como dijo algún filósofo con el que me pasé gran parte del verano recuperando la única asignatura que me quedó en COU. La libertad de elección que nos ofrece esta forma de gobierno me da la potestad de no votar a ninguno, porque, visto lo visto, actualmente no hay quien me convenza con sus argumentos.

Sin embargo, el más que probable aplazamiento de la primera jornada de Liga me obliga a no hablar del fútbol que se avecina -lo que le faltaba a un país inmerso en una eterna crisis- y hacerlo de otros acontecimientos pasados. Y los recientes acontecimientos me obligan a decir alto y claro que no quiero al PP.

Desde hace un tiempo se ha instalado en una estrategia absolutamente equivocada, una especie de acoso y derribo frente a su adversario y con unas propuestas indignas, sucias y barriobajeras. Su forma de entender este juego roza lo ilícito y si algún enemigo osara hacer lo mismo, seguramente los muchos medios afines que tiene a su alcance iniciarían una auténtica cacería contra esas malas artes que tienen los demás y pondrían a parir lo mismo que ellos ahora defienden.

No quiero caer en la tentación, aunque muchas veces no tengo más remedio, de pensar que el PP forma parte de un conglomerado que estuvo muy señalado durante 40 años en España. Insisto, no es que lo pienso, pero muchas veces la actitud del PP y sus defensores le da la razón a todos los que creen que durante cuatro décadas hubo un pensamiento único y que muchos de los señores actuales son simples herederos de los que mandaron en esa oscura época en las que siempre ganaban los mismos.

Dentro de pocos meses, el PP volverá a presentarse como alternativa de poder y a buen seguro recurrirá a sus deleznables artimañas.

P.D. Que conste que no defiendo las otras siglas, solo quiero que gente como el PP no vuelva a pisar un terreno de juego con el número 3 en la espalda de un equipo de fútbol.