VIVIR DEL VERANO
Actualizado: GuardarComienza la temporada turística, que este año es más importante que nunca, en vista del desastre general en todos los sectores macro y microeconómicos de la provincia de Cádiz. Con la industria moribunda, el campo con la puntilla de la crisis del pepino, la construcción en encefalograma plano, sin apenas exportaciones, las familias endeudadas, las empresas asfixiadas y los autónomos a la última pregunta, el turismo es la gran esperanza, el clavo ardiendo al que agarrarse para conseguir llenar un poco los bolsillos e ir tirando de cara a un final de año que se plantea aún más duro de lo que hasta ahora hemos vivido.
Esta fortaleza del turismo es una esperanza compartida por toda la economía española, no solo por el sector o por la Costa de la Luz, y se basa en la recuperación del crecimiento en los países de origen de los visitantes más asiduos, alemanes, británicos, nórdicos sobre todo, y en la crisis de los competidores, en especial los árabes del Mediterráneo.
Está por ver, frente a estos estudios prospectivos, qué va a pasar en la costa gaditana, donde los hosteleros no las tienen todas consigo porque el turismo es básicamente nacional y aquí la curva del PIB no es que se eleve. Este pesimismo de la iniciativa privada no es compartido por los gestores públicos, que esperan un crecimiento sostenido. Sea como sea, la provincia tiene que tomar conciencia de la importancia primordial del turismo y colocarlo en el centro de todas las políticas. Transversalidad, se llamaba antes. Las infraestructuras, por ejemplo, no se pueden retrasar más si no queremos dañar nuestra pequeña y casi única ubre. El medio ambiente se tiene que preservar y permitir un turismo sostenible, que es uno de nuestros principales valores; la oferta cultural o complementaria tiene que acompañar al sol y la playa. Estas, por supuesto, han de ser tratadas como joyas de la corona. La formación de los trabajadores del sector debe esmerarse y los empresarios han de considerar como tarea suya y primordial la calidad y el mejor servicio. No deben dejar la parte del león en manos de las instituciones a las que, no obstante, les toca facilitar todo esto y abrir nuevos mercados, en especial en los países emergentes. Nada es ajeno en un sector especialmente sensible a cualquier incidencia, ferozmente competitivo, que ahora registra un escenario más: el de las nuevas tecnologías. La evaluación de los usuarios es un agente definitivo en la eleccion de destino, de modo que cada turista se convierte en un prescriptor global o, por el contrario, cualquier crítica puede tener enormes repercusiones. Un taxista abusón, un camarero mal encarado, un hotel desatendido, un apartamento sucio, una playa sin servicios puede ser un hándicap futuro de incalculables consecuencias.
Nos toca, como 'La cigarra y la hormiga', guardar para el invierno. Nunca fue tan necesario ni nunca tan claro que todos tenemos que colaborar para que la «industria de la felicidad» convenza, al menos, a los que nos visiten.