EL VOTO SOBERANO
Actualizado: GuardarMuchos, la mayoría de los ciudadanos, llegarán al 22-M sin haber asistido a un mitin y sin abrir el programa electoral o el folleto de turno. Buena parte de ellos, casi la mitad del censo, ni siquiera va a ir a votar. Pero el circo está en marcha, un circo caro, en dinero y en esfuerzos, del que quedarán apenas algunas frases ocurrentes y algún gesto, una imagen, que empatice con alguna fibra sensible, si aún nos queda, hacia la acción política. Discursos engolados, artificiosos, sonrisas profidén, besos a niños, saludos a ancianos, atriles móviles, caravanas ruidosas, envolverán estas dos semanas de una parafernalia que no debe ocultar lo esencial: es el único momento en cuatro años en que los ciudadanos importamos y podremos hacernos oir con el libérrimo acto de depositar una papeleta en una urna. Animo, pues, a participar y a interesarse, porque el momento es apasionante.
Por primera vez en mucho tiempo, el resultado es incierto en numerosas poblaciones, en diputaciones provinciales y en comunidades autónomas. El retroceso del PSOE, el avance del PP, la posibilidad de que este 22-M se convierta en una "primera vuelta" de las generales y las autonómicas andaluzas, incluso si éstas tendrán que anticiparse en caso de abultada derrota socialista, y el escenario en que queda el partido en el poder, abocado a sus primarias y en plena crisis interna, ofrecen atractivos suficientes para no perder ripio de los discursos y las estrategias. Porque aunque en algunas otras elecciones las encuestas hayan señalado también cambios de signo, la contundencia de la crisis económica y la alta tasa de paro, sobre todo, añaden un ingrediente nuevo al cuadro de situación. De ahí los intentos del PP de hablar de ello y los del PSOE de evitarlo con el pretexto de que hay que centrarse en lo local. Algo complicado, porque buena parte de los problemas municipales forman parte de la crisis general y porque el elector vota consigo mismo y su circunstancia y a ésta no es ajena, sino al contrario, la situación de su bolsillo y sus expectativas vitales.
Pero también el ámbito de lo cercano tiene sus peligros. Descender al detalle y formular promesas, sobre todo cuando se está en el poder, resulta delicado. Porque ¿cómo explica Teófila Martínez que tras 16 años ahora vaya a abordar la creación de 5.000 empleos en la Zona Franca? ¿Cómo de pronto dice Griñán que se va a ceder suelo de Camposoto a la asfixiada San Fernando, si en varias legislaturas no se ha conseguido ningún avance? ¿Cómo se desbloquea de pronto el dinero para el castillo de San Sebastián y para el Centro de Interpretación del Constitucionalismo?
Las campañas, pues, las carga el diablo. Si luego vienen a decirnos que hay que regenerar la imagen de la política, que empiecen ellos mismos. Por ejemplo también, que no arrojen sin más sospechas o 'sugerencias' infundadas acerca de políticos del bando rival. Si hay causa, adelante con todas las acciones judiciales que procedan. Si no, que guarden silencio. A los electores, sin duda, nos lo ponen muy difícil. Pero hay que votar. Es nuestro momento.