LA UEFA, COMO LA CÍA
Actualizado: GuardarEstaba previsto que Al-Qaida, que ya se había vengado con anticipación, prometería vengar la muerte de Bin Laden. Debemos tener paciencia. Lo que sea sonará. El difunto tenía en su última residencia terrestre, en Abbottabad, mucho menos lujosa que las anteriores, muchos papeles. Todo el mundo los tiene. Entre cartas amarillas, documentos caducados, certificaciones inútiles y carpetas con proyectos imposibles, los dimisionarios de la vida siempre se dejan una imposible biografía de hojas sueltas. A los historiadores les corresponde encuadernarla, siempre que la criatura investigada haya influido, para bien o para mal, en sus contemporáneos. Al parecer, entre los documentos hallados en el secreto hogar último del terrorista hay pruebas de que planeaba diversos atentados contra trenes de Estados Unidos. Vaya usted a saber. Contra las vocaciones fuertes es inútil luchar y quizá Bin Laden haya muerto mientras proyectaba nuevas matanzas. El caso es que necesitamos justificaciones para legitimar los castigos, que siempre están bien vistos, salvo por aquellos que los sufren. La UEFA ha elegido a Mourinho. Aunque a otra escala, hay que reconocer que es un buen suplente de Obama. Los seguidores del Real Madrid no sé si serán inferiores en número a los del extinto líder, pero han sentido una desolación aproximada. Cinco partidos sin el estratega portugués en el banquillo y 50.000 euros de multa son una exageración. El hombre ha irritado a todos, pero no ha matado a nadie.
Los «tigres del tamaño del odio», que decía Vicente Aleixandre, que era una de las personas más nobles que me ha sido dado conocer, andan sueltos, ataviados como siempre de amarillo y de luto. No hay perdón, ese es el gran problema. La venganza no está sólo en los campos de batalla, sino en los campos de fútbol. Todos tienen cuentas atrasadas, pero unos llevan una pequeña libretita y otros una gran carpeta. Así es la vida y así es la Liga.