MAR ADENTRO

Tampoco es para ponerse así

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Que el Castillo de San Sebastián no estará remozado para el año que viene. Eso dicen. Como tampoco habrá hotel de picos pardos en Valcárcel y lo mismo, como cantan las chirigotas, habrá que dar un saltito con el Megane si tampoco está terminado el segundo puente. Pero tampoco es para ponerse así. Hace un siglo, cuando el primer centenario de la Constitución de 1812, a falta de hoteles pretendieron usar un trasatlántico. Y la tardanza fue mayor, lo único que tuvo medio a tiempo fue el edificio de Correos, que lo inauguraron dos años más tarde por lo que las cartas seguramente llegaron tarde. De hecho, el monumento a las Cortes de la Plaza de España no fue inaugurado hasta 1929, diecisiete años después de la efeméride. Y tenía mucha menos faena.

Antes de fustigarnos demasiado con los incumplimientos de 2012, mejor sería echar la vista atrás y soltar aquello tan socorrido de virgencita mía que me quede como estoy. Por ejemplo, el primer centenario nos pilló con los astilleros de Cádiz cerrados desde 1903 por falta de carga de trabajo. Ni prejubilados, ni eres, ni sordos con pensión. Cerrado a cal y canto.

Y lo único que estuvo a tiempo fue el tranvía con San Fernando, porque los tribunales no impugnaron las obras a demanda de los vecinos afectados, y el Balneario de la Victoria cuando todavía, en 1907, se podía aparcar fácilmente en el Paseo Marítimo. Aquellos días de hace un siglo, en el fondo, eran más destructivos que constructivos: uno de los grandes hitos de la época fue, de hecho, cuando echaron abajo buena parte de las murallas en 1906. Hoy en día, como nos pusiéramos a tirar cosas, tendríamos que echar Hollywood, Puerta Tierra y el nuevo parador de ocho pisos a los escombros.

Si ahora hay sus tiritos entre el PP y el PSOE, por lo menos los dos partidos mayoritarios están de acuerdo en celebrar el asunto. Pero hace un siglo, los liberales y los republicanos querían pero los conservadores no, que ya tiene mandanga. Incluso los ultracatólicos se manifestaban en contra de La Pepa, como ahora lo hacen a favor de la enseñanza religiosa o de los viajes de los papas.

Lo único que salió adelante en aquel entonces fue la restauración del Oratorio de San Felipe Neri pero la creación de un Museo con los retratos de los legisladores y los héroes de la Guerra de la Independencia se vio seriamente modificada.

Por no venir, a Cádiz no vinieron ni los reyes, ni los principales jefes de Estado. Y para colmo, si no llega a ser por Segismundo Moret, los gaditanos tendrían que haber aportado dinero de sus bolsillos. Claro que con lo tiesos que están los patrocinadores del Bicentenario, tampoco sería cuestión de dar ideas.