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TODOS CASTIGADOS

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La deuda flotante es la que nos está hundiendo. Se ha vuelto a disparar, sin duda para exhibir su puntería, y lo que seguimos llamando Tesoro Público ha tenido que pagar más por colocar los títulos soberanos. Escasea la demanda, como es natural. Los expertos en economía, que aprenden con cada tropiezo, aumentan sus saberes. Ahora nos explican que es el temor a la posible reestructuración de la deuda griega lo que ha hecho escalar la prima de riesgo, que es nuestra parienta más próxima. Los españoles tenemos la mosca detrás de la oreja y el Gobierno no puede atarla por el rabo.

Aquí, mientras se conmemoran lo que aquel escritor y explorador inglés llamó «los desagradables sucesos de Nazaret», lamentamos que el tiempo impida algunas procesiones. Es una pena compartida que la oración influya tan poco en el clima. Tendríamos que protestar todos, pero los únicos que protestan airadamente son los que no acaban de entender que esté en libertad el acreditado asesino Antonio Troitiño y lo que se quejan por la Ley del Tabaco. Desde la Federación Española de Hostelería se oyen los gritos. «Nos están arruinando», dicen con razón. Desde que entró en vigor la dictatorial norma, los amados establecimientos tienen unas pérdidas que van del 11% al 60%, según las zonas. Bruselas, que es nuestra ama dominante, prohíbe fumar en los centros de trabajo y en los hoteles, pero no en los bares. Se muestra más transigente allí que en otros países, aunque respalde a Francia en su bloqueo a trenes con inmigrantes magrebíes, lo que demuestra que también la libertad tiene un precio según mercado.

No es el menor de los castigos que debemos cumplir las declaraciones de nuestro presidente en China. ¿En qué país vive este hombre, que no se entera cómo son los países que visita? En uno miente y en los otros le obligan a desmentirse. Siempre de buena fe, eso sí.