Mercenarios
Actualizado: GuardarNo hay lealtad comparable a la de que quienes luchan no por su amor a la patria, sino a la paga. Al sátrapa Gadafi, como a algunos emperadores romanos, lo está manteniendo un seleccionado grupo de adictos a la nómina. Libia está partida, pero mucha gente sigue partiéndose el pecho para que no se rompa del todo. El multimillonario tirano no está solo en su resistencia y la OTAN espera resultados. Las catástrofes humanitarias pueden esperar y el Consejo de Seguridad está obligado a la prudencia, a ver en qué termina la subversión y a ver cómo se fija el precio del petróleo. Lo que sea, sonará, pero por ahora siguen sonando las bombas. Con diversos nombres, ya que conviene siempre ir vestidos para la ocasión, los mercenarios han existido siempre. Ahora Arabia Saudí delega en la Liga Árabe el apoyo en una intervención militar, pero durante largos años en España se delegó el honor de servir a la patria a los pobres. Le llamaron la ‘cuota’ y consistía en ‘librarse’ del servicio militar abonando una suma que ahora nos parece ridícula, pero que en aquella época era desmesurada, porque nadie o casi nadie podía disponer de ella. De lo único que disponían los jóvenes reclutados para el ejército era de su propia vida. Y la ofrecían cuando no podían ofrecer dinero. Los tiempos han cambiado, como es su obligación temporal. Todos somos nuestro tiempo y a veces le llamamos a eso nuestra melancolía, pero no ha variado lo que exigen los calendarios. Estamos conmemorando, que no es sinónimo de estar festejando, la supresión de la mili obligatoria, que por cierto queda mejor en el recuerdo que cuando se está haciendo, del mismo modo que el mejor momento del amor es el de subir las escaleras. Pero estamos en las mismas. ¿Cuántos hijos de potentados se alistan en el ejército, esa religión de hombres honrados, según Cervantes?. El grotesco caudillo libio depende de los mercenarios. Son muchos y tienen asegurada la nómina. «Tristes las mozas están, pues los soldados se van», dice la copla popular. Lo peor es que muchos no vuelven.