Tribuna

¡Por favor, indígnese usted!

PRESIDENTE DEL COMITÉ DE ENLACE PROVINCIAL ANDALUCISTA Actualizado: Guardar
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Desde hace algún tiempo, vengo reflexionando sobre algo que observo crecientemente y me duele tremendamente, cada día más. Es visualizar esta sociedad en la que nunca pasa nada, aletargada, adormecida, pasiva, conformista, parece como si en vez de ser ciudadanos hubiéramos vuelto a ser súbditos, aquellos que lo aguantaban todo por no tener derechos, súbditos que gritaban «Vivan las cadenas» para tirar del carruaje del rey, mientras otros querían ser ciudadanos creando, sufriendo y luchando por la Constitución de 1812.

Hemos visto hace pocos días como la luz eléctrica sube de precio, pero en gran proporción y siendo la enésima, mientras que las grandes empresas eléctricas anuncian beneficios en el primer semestre de 2010; se promulgan leyes que limitan derechos individuales y no importa salvo a una minoría; el estado del bienestar es atacado mientras la banca recibe ayudas; y si hablamos expresamente de nuestra tierra, Andalucía, la última en paro históricamente en España, hemos visto cómo otorgaba Zapatero CajaSur a BBK para contentar al PNV, podemos leer estadísticas donde cada día tenemos más familias en el umbral de la pobreza,. y aquí nadie se mueve. Bueno, sí hubo una gran movilización con el equipo de la selección de fútbol y una gran manifestación por el Betis, eso sí, nadie pide las cuentas de la Federación Española de Fútbol (¿las ganancias del mundial han llegado al fútbol base?) o cuántos presidentes o ex han sido condenados o están imputados. Creo que esto da una fotografía de la sociedad en que vivimos, donde se arreglan las cosas en la barra de un bar, pero somos incapaces de indignarnos por las barbaridades diarias a las que somos sometidos por el llamado sistema.

Esto no es solo una cuestión nuestra, pues Stéphane Hessel, uno de los 12 padres de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a sus 93 años, ha regalado a la sociedad francesa por navidades un ensayo titulado 'Indignez Vous', 'Indígnese Usted'. En él realiza una crítica a la sociedad del primer mundo, que se supone basada en los principios democráticos y en el bienestar social, por su pasividad, haciendo un llamamiento a jóvenes y a menos jóvenes, a todos en general, a indignarse con todas las cosas que no están funcionando en el sistema occidental y romper el conformismo.

No es buscar el consuelo, como dice el refrán «mal de muchos consuelo de tontos», pero es constatar una enfermedad de las sociedades occidentales de la opulencia, donde no valoramos las libertades ni el bienestar que disfrutamos como sociedad, que además tanto costaron conseguir, desterramos los valores y principios que inspiraron nuestro sistema occidental e incluso nuestras propias costumbres y usos particulares como pueblo, para crear una nueva religión, la del dios mercado con sus arcángeles dinero y consumo. Intocables. Eso sí, una religión que se olvida de la persona, del ciudadano, que pasa a ser cifra estadística o mera piececilla de la globalización financiera y económica.

Ahora que estamos en una situación de crisis económica, institucional y política, se puede observar que esta enfermedad es más profunda aquí que en otras sociedades, con la consecuencia de que son muchas más las personas y familias que sufren terriblemente, incluso sin posible recuperación, pero no pasa nada.

Que nadie entienda ningún llamamiento a la violencia, ni mucho menos, siempre he entendido que el ejercicio de la violencia quita la razón incluso, muchas veces, cuando se realiza por el Estado. Pero es incomprensible tan poca reacción ante el millón largo de andaluces en paro, la cantidad de personas y familias que depende de comedores, servicios sociales, organizaciones cristianas o laicas para subsistir cada día, la merma continua de las clases medias en su capacidad económica, la subida de la presión fiscal, el fracaso de la educación,...

¡Por favor, indígnese usted! Este sistema está fallando, no coopere con él con la pasividad. Es necesaria una vuelta a los valores de las democracias occidentales, desde el respeto a la legalidad, la igualdad, los controles del poder, la lucha contra todo tipo de corrupción o corruptelas, el esfuerzo y la honradez,. No nos debemos dejar llevar por las frases típicas de los que han montado este sistema: «esto no hay quien lo cambie», «todos son iguales», «al final no sirve para nada»,. pues ellos lo dicen porque se benefician del aletargamiento de la sociedad.

Las soluciones aquí en España ni en Andalucía vendrán de varitas mágicas, ni PSOE ni PP, ni Zapatero o el que lo sustituya ni Rajoy, ¿acaso no coinciden en las mismas políticas económicas e institucionales?, ¿no son un sistema cerrado de alternancia?, la solución está en que la ciudadanía se indigne, se movilice, se les presione e incluso el día de las elecciones recuerde que hay otras alternativas políticas, aunque no salgamos en las televisiones, sin tantas ataduras como ellos para realizar cambios con respecto a ley electoral, diputaciones, controles de poder, independencia de las instituciones,... porque podemos cambiar, podemos reformar a mejor esta sociedad.

Como andalucista me indigno cada día, viendo cómo está nuestra tierra, y me indigno mucho más contra los que la han llevado a este estado, me indigno contra los que ven Andalucía como un mero campo de batalla para conquistar el poder en Madrid, y me indigno porque veo muchos de nuestros ciudadanos que no se indignan, que sufren y callan, como decía una canción de Jarcha de la época de la transición. Es como si las décadas de gobierno del PSOE hubieran perpetuado la sociología del señorito, una sociología del silencio. ¡Por favor, indígnese usted!, democráticamente pero indígnese y actúe.