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PROYECTO

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Sería descortés decirle adiós a año 2010, abundante en ceros en conducta, diciéndole lo mismo que han tenido que decirle tantos empresarios a sus trabajadores: `queda usted despedido! Del tiempo únicamente sabemos que es sucesivo y que se nos acaba a cada uno de nosotros mientras continúa para los demás. Mientras tengamos propósitos creemos que un fragmento del futuro inmediato nos pertenece. En vano he buscado algún proyecto común sugestivo, acorde con la intemporal temporada navideña, cuando la Virgen sigue tendiendo pañales en el romero y los peces hidrópicos beben y beben y vuelven a beber en el río. El papa Benedicto XVI ha anunciado la creación de un 'banco central', como autoridad de vigilancia y de coordinación internacional. ¿No habría ningún proyecto más oportuno en estas fechas? Quizá el colorido batallón de sus cardenales le debiera haber aconsejado algún día más propicio.

Quienes leímos a tiempo a Bertol Brecht no podemos olvidar algunas de sus extremas opiniones. «Sólo hay una cosa peor que atracar un banco: fundar un banco», dijo. Como víctimas de esas imprescindibles entidades, tenemos derecho, ya que nos citan urgentemente en algunas ocasiones, a citarle. No hablemos del ensangrentado ayer bursátil del Banco Ambrosiano, algunos de sus directivos aparecieron, como Judas, ahorcados «en extrañas circunstancias». Y tan extrañas: debajo de los puentes de Londres no hay árboles.

Se acuñarán euros con la efigie del papa, pero no demasiados para que nos sean objeto de especulación por parte de los coleccionistas. El propósito es «ajustar las finanzas del Vaticano a la normativa de la Unión Europea». Se comprende. Lo que no acaban de comprender algunos católicos es que el Vaticano esté tan preocupado por sus finanzas. En fin, de menos nos hizo Dios.