Mujeres asesinadas
Se trata de que cada uno hagamos lo que esté en nuestra mano para acabar con esta sangría
Actualizado: GuardarImaginen por un momento que en el año 2010 hubieran sido asesinados en España 80 futbolistas, u 80 cantantes, u 80 banqueros -sí, hubo un año, precisamente el 1980, en que fueron asesinados 92 policías y civiles a manos de la banda terrorista terminal-; imaginen el gremio que ustedes quieran y piensen la repercusión mediática, social, política que hubiera tenido semejante goteo de asesinatos. Pues bien, en España han sido asesinadas en este año casi ochenta mujeres. La repercusión social y mediática está, desde luego, muy por debajo de la enorme gravedad del problema. Las mujeres asesinadas aún no se dan en un breve, pero es posible que en el futuro la rutina de la muerte las encoja a esa dimensión irrelevante.
¿Qué ocurre para que asistamos casi indiferentes a esta sangría que no toleraríamos en otras víctimas? Ocurre que aún hay hombres que entienden que las mujeres son su propiedad privada y no podrán ser nunca libres: o suyas, o muertas. Ocurre que hay jueces que no son capaces de aplicar las buenas leyes que existen en España, las mejores de la historia. Ocurre que hay un clima social que obliga a que las mujeres sean las únicas víctimas obligadas a dar explicaciones de la violencia que sufren, eso cuando sobreviven para contarlo. Ocurre, en fin, que hay un discurso en determinados medios que ridiculiza a la mujer, caricaturiza sus reclamaciones, dice que hay falsas denuncias por malos tratos y vierte comentarios patosos sobre mujeres públicas, palabras que hasta ayer eran sinónimo de prostituta... Ocurren estos y otros hechos que no explican todo el problema pero que nos obligan a poner a cada uno de nosotros todo lo que tengamos al alcance para acabar con esta matanza casi siempre impune. Por empezar por nosotros mismos, los medios de comunicación aún no hemos hecho un relato coherente de esta violencia, cosa que sí hemos logrado en los casos de víctimas del terrorismo. No hemos dado, en general, con las palabras, con las imágenes, con el nervio narrativo adecuado.
En estas llega el Obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Tapia, y se descuelga diciendo que matan más los hombres que no están casados. Primero, no es cierto, el mayor número de asesinatos, el 40%, se produce en matrimonios formalmente constituidos y cualquiera que mire la realidad sin las gafas del dogma sabe que entre las mujeres víctimas las hay de todos los tipos y que lo que define a los victimarios -sean ricos, pobres, cultos, ignorantes, alcohólicos o sobrios- es el brutal sentido de propiedad de sus mujeres.
Nunca como ahora ha habido tantas leyes, tanto dinero empleado en evitar estos horribles crímenes, se trata de que cada uno hagamos lo que esté en nuestra mano para acabar con esta sangría de mujeres.