NI ARTUR MAS NI MENOS
Actualizado: GuardarLa plaza de Sant Jaume de Barcelona se llenó de gente que aclamaba el inicio del camino hacia la «plenitud nacional». Se trataba de oponer la «Cataluña milenaria» a lo que llaman «construcción artificial española», como si España fuese algo reciente. La reconstrucción gastronómica del huevo frito, patentada por Ferrán Adriá, que es un genio, se está trasladando de la gastronomía a la geografía. El asunto no es nuevo, ciertamente, ni admite simplificaciones, pero las sartenes están que arden. ¿Cómo entender el sueño de la malcasada? Es verdad que todo el que quiere que le echen de comer aparte aspira a comer más que los demás. Me acojo a mis maestros y releo a don Antonio Machado, que reflexionó mucho sobre el amor al territorio donde involuntariamente nacimos.
Por boca de su apócrifo y legítimo Juan de Mairena, hablando de regionalismo, nos dice que hay que desconfiar de aquellos que se dicen catalanes, vascos, extremeños, castellanos y otros etcéteras antes que españoles. «Son españoles incompletos, insuficientes, de quienes nada grande puede esperarse». No excluye, por supuesto a los andaluces y prosigue el diálogo con sus discípulos:
- ¿Un andaluz andalucista será también un español de segunda clase?, le pregunta un alumno.
- En efecto, responde Mairena, o sea, Machado. Un español de segunda clase y un andaluz de tercera.
No hay que preguntase a dónde vamos a parar. En primer lugar porque no vamos a parar y en segundo porque todo es imparable. Los que no tendemos al catastrofismo, ni presagiamos zodiacos funestos, estamos persuadidos de que el escaso futuro que nos queda tendrá muy pocos rasgos comunes con el pasado. El ayer no era bueno, pero era nuestro. Quizá es que nos habíamos acostumbrado a llamarle España a aquellos mapas escolares de hule donde nos enseñaban los ríos y las cordilleras con un puntero.