REUNIONES SECRETAS
Actualizado: GuardarPara garantizar que no se entere nadie de quiénes se han congregado para tratar de resolver un asunto, lo mejor es no convocar ninguna reunión. «Con el números dos nace la pena», dijo el poeta, pero si el número pasa de tres lo que nace es la publicidad. En el por ahora último encuentro celebrado en secreto entre el abrumado presidente del Gobierno y el ministro de Trabajo con los todavía líderes de Comisiones y UGT trataron temas difíciles, como la modificación de la reforma laboral y el cambio del sistema de pensiones. Para ver con buenos ojos un cambio en la negociación colectiva hace falta tenerlos cerrados, como los beneméritos borricos de las norias, que si existiera un paraíso zoológico residirían en él, pero eso es tan poco verosímil como que haya otro para sus amos.
La reunión secreta está siendo ampliamente divulgada, pero el Ejecutivo y los sindicatos se han concedido 15 días para llegar a un acuerdo. Si se logra es que entre ellos hay algún equívoco.
¿Cómo se van a poner de acuerdo las partes contratantes si a una de ellas les ofrecen trabajar más y cobrar menos? Las negociaciones colectivas no abarcan a toda la colectividad, pero además nunca son secretas. La virtud de la discreción, que exige tiempo y tacto, es incompatible con las angustiosas urgencias que reclama el momento. En el Siglo de Oro la palabra 'discreto' era un sinónimo de inteligente.
Santa Teresa dice de ella que se proclaman tres cosas, la primera que era bella, la segunda que era discreta y la tercera que era una santa, para añadir que las dos primeras las creyó «en un tiempo».
La discreción ha muerto. Lo malo no es que conozcamos las reuniones secretas una vez celebradas, sino después de transcurrida la sobremesa. A los españoles no nos hace falta que nos digan lo que nos espera. Nos vamos a enterar todos. O casi todos.