Temblor de piernas

En una entrevista en 'La Vanguardia' el fotógrafo y publicista Leopoldo Pomés explica una teoría sobre el sentido de la responsabilidad. Pomés cuenta algo que en su día le dijera Johan Cruyff: cada vez que salgo al campo me siguen temblando las piernas. Los futbolistas tienen, sin saberlo, algo de filósofos. Solemos quejarnos porque siempre están instalados en lo obvio y previsible, pero hay veces que sale de dentro de ellos alguna reflexión que de inmediato te deja en un estado, cómo decirlo, entre la inquietud y el desbordamiento. Que uno de los más grandes reconozca sin ambages que al salir al campo siempre le temblaron las piernas define a una persona, o mejor dicho, a una gran persona. Claro, claro, no se llega ser un número uno sin sentir la responsabilidad de serlo. Esa es la grandeza y la penitencia de los elegidos por los dioses.

Como tengo por costumbre ponerme en el lugar del otro me he preguntado cuándo fue la última vez que me temblaron las piernas. Y entonces constato en que, con todas las diferencias que hay entre un caso y otro, a mí me siguen temblando cada vez que estoy delante de un micrófono en un estudio de radio o dispuesto a hacer un artículo, éste, por ejemplo. Y entiéndanme, he dicho que el número uno es Cruyff, no vayan a pensar que uno es idiota engreído. Me tiemblan cada vez que reparo en que alguien me está escuchando, y me siguen temblando cuando no estoy seguro de lo que digo, y me siguen temblando cuando sé que me estoy equivocando. Y así hasta que termino. Sí, es un tormento, pero muchos no sabemos trabajar sin un elevado nivel de exigencia, aunque luego el resultado sea el menos esperado, y muchas veces, por qué no reconocerlo, desastroso.

Y a nuestros dirigentes, ¿les tiemblan las piernas? ¿Y a Zapatero? Me lo pregunto hoy jueves, a punto de ser prorrogado el estado de alarma por la escandalosa huelga de los controladores. No me pregunto a estas alturas si es o no oportuna una medida así, que creo que no. Me pregunto si a Zapatero le han temblado las piernas estos días. Y si le han temblado, ¿dónde ha sido? No sabemos dónde está, ni por qué se esconde. Hubiera querido verlo en el mismo estado de Cruyff, saliendo al césped en el que los periodistas preguntan sin límite y él responde; acorralado, pero digno; agotado, pero con honra; sin argumentos, pero decidido; ido, pero valiente. Hubiera querido ver cómo le tiemblan las piernas ante una medida, el estado de alarma y la militarización de los controladores, impropia de la democracia. ¿Dónde está Zapatero y por qué solo vemos en estos momentos a Rubalcaba? ¿Por qué no da la cara el presidente cuando cunde la alarma y los militares tienen que arreglar los problemas? Díganos, presidente, cuándo fue la última vez que le temblaron las piernas y un sudor frío le recorrió la espalda. Díganoslo, por favor.