Pastillas para correr
Menos eufemismos y más que cante Eufemiano Fuentes
Actualizado: GuardarEl deporte siempre ha sido la superación de un esfuerzo con metas nobles, hasta ahí estábamos todos de acuerdo. Pero en algún punto ese concepto se transformó en un circo y pasó a ser un espectáculo de masas televisado. No nos han importado tanto las pequeñas heroicidades personales (que las ha habido), sino que aquello tuviera audiencia para sacarle el máximo rendimiento comercial. Nosotros, los consumidores compulsivos de récords televisados, tenemos tanta culpa como los que suministran pastillas para correr en los vestuarios. Como dice un veterano deportista con el que suelo coincidir en el gimnasio: «Comiendo filetes no se hacen esos tiempos». Y no le falta razón.
El cuerpo no es un vehículo de Fórmula 1 al que se le pueden cambiar las piezas. Los corredores, como cualquier otra persona, tienen las limitaciones propias de aquellos que caminamos a dos patas. Para entender el sacrificio y la superación del dolor se hace imprescindible la lectura del libro 'De qué hablo cuándo hablo de correr' del escritor japonés Haruki Murakami. En esas páginas se encontrarán no pocas respuestas a lo que el corredor experimenta cuando sale para competir contra sí mismo (en primer lugar), y más tarde contra el tiempo, que es el gran objetivo a batir. En la dialéctica esfuerzo/disfrute encontramos una filosofía de vida que cada día saca a millones de personas por los parques de muchas ciudades de este mundo. Efectivamente, luego solo uno será el primero en cruzar la línea de meta pero el maratón es mucha gente unida por la misma idea: correr, sufrir y disfrutar del paisaje que solo se puede ver a partir de cierta distancia.
La 'operación Galgo', en la que se ha visto implicada Marta Domínguez, es un jarro de agua fría para la sociedad confiada en sus buenos principios. Ha ocurrido igual que cuando la sospecha se vino encima del ciclista Alberto Contador. Por el buen nombre de ambos, y sobre todo para tranquilidad de los demás, es deseable que se depuren responsabilidades. Menos eufemismos y más que cante Eufemiano Fuentes. El deporte es un valor elevado que no puede estar en manos de discípulos del doctor Frankestein.
En las páginas del libro de Murakami hay muchas razones para entender que el deporte nos eleva por encima de las malas pasiones y nos aísla del asfalto por el que corremos. La vida se puede contemplar como espectador o como un atleta común de esos que trotan por su salud mental, convencidos de que esa acción les amplía la mente y les libera malas toxinas.
Es una mala época para la economía pero eso no quiere decir que renunciemos a nuestros principios. La diferencia entre un atleta y un golfo es que el primero corre y el segundo huye.