LA VOLADURA DEL PUENTE
Actualizado: GuardarCuando corren malos vientos las cosas van a peor por tierra, mar y aire. A la supresión de los 426 euros a quienes solo contaban con eso y por lo tanto tenían las cuentas claras, se añade la petición del Parlamento de Marruecos de «recuperar» Ceuta y Melilla y las investigaciones sobre el ex tesorero del PP, que si sigue en su cargo les deja sin tesoro. Al perro flaco todo se le vuelven pulgas. Tenebroso refrán que mi querida Gloria Fuertes, que en gloria literaria esté, modificó diciendo que «al niño pobre todo se le vuelven pupas».
¿Dónde poner los ojos que no sea imagen del desastre? Los años me han dado una larga inexperiencia, pero he aprendido que para que alguien tenga la santa paciencia de leerme conviene -me refiero al periodismo- hablar de algo de lo que esté hablando la gente. Y de lo que más se habla en este momento es de la voladura del puente y de su rápida reconstrucción. Más incluso que la reforma de las pensiones y la subida del precio del tabaco.
La militarización de los incontrolados controladores aéreos les hará reflexionar, por muy estresados que estén. El tacto de la audacia ha sido definido como saber hasta qué punto puede irse demasiado lejos. ¿Fueron más lejos estos meritorios, insaciables y necesarios profesionales? Lo único cierto es que han dejado tirados en los aeropuertos a 330.000 compatriotas y casi no se habla de otra cosa, aunque el asunto tiene mucha más conversación. El «estado de alarma» y las penas de cárcel ha alarmado sobre todo a ellos pero también a nosotros. ¿Por qué las huelgas arreglables no se arreglan antes de convocarlas? Se trata, sin duda, de hacer el mayor daño para forzar las negociaciones, pero el daño está ya hecho. Aunque se reconstruya el puente les han robado el tránsito a muchas personas que ya no podrán cruzarlos el día que tenían previsto y vivir son cuatro días y tres lloviendo en esta época. La palabra que más ha sonado es «chantaje», pero debería ser pena. Pena de España.