ÁNGEL MUÑOZ
Actualizado: GuardarSi seguimos con atención las convergentes sendas familiar, profesional y ciudadana de este gaditano y, sobre todo, si ahondamos hasta descubrir las raíces profundas que nutren sus decisiones, llegamos a la conclusión de que sus alimentos más sustanciosos son sus profundas convicciones, aquellos principios que, sembrados en su niñez, le siguen proporcionando sentido, consistencia y unidad a sus diferentes actividades. En alguna ocasión le he escuchado decir que, aunque la vida le ha dictado muchas e importantes lecciones, las fundamentales, esas que lo orientan y lo alientan en los momentos de confusión o de dolor, las aprendió en el seno de su familia. «Y no es que mis padres pronunciaran largos sermones -nos dice-, sino que acertaron al crear una atmósfera de respeto, de cariño, de disciplina, de seriedad y de trabajo».
Ángel, además de profesional serio y hábil para capear los temporales con libertad y con imaginación, es un hombre amable que nos inspira respeto, admiración y cariño. Discreto y reflexivo, mide las palabras y espera con serenidad el momento oportuno para adoptar sus decisiones. Él sabe muy bien que no necesita de prolijas explicaciones para establecer con sus interlocutores una intensa corriente de empatía. Los que acuden a él en busca de ayuda saben de antemano que encontrarán a una persona comprensiva que los valora y los atiende.
A contracorriente con esa manía actual de correr en busca de triunfos vacíos, y rechazando esa concepción de la vida humana como una frenética carrera hacia la nada, Ángel, hombre de espera y de esperanza, que afronta la vida con paciencia y con tranquilidad, posee una peculiar concepción del tiempo humano. Él sabe muy bien que cada tarea exige su propio ritmo y que las diferentes realidades requieren que estemos más pendientes de los caminos que de los destinos, y que valoremos más los medios que los fines. Ésta es la clave honda que, a mi juicio, explica la juiciosa tranquilidad con la que él recibe las noticias sorprendentes, la serenidad con la que encaja las dolorosas pérdidas y, sobre todo, el equilibrio que mantiene a lo largo de su trayectoria vital. Aunque es cierto que, a veces, puede proyectar una imagen distante, los que nos cruzamos con él por los senderos de la vida descubrimos inmediatamente que es cercano y cordial, y que está dotado de una amplia capacidad para plantear y para solucionar los problemas, y de una sutil destreza para hacerse comprender.