Obama redefine sus prioridades
Relega sus planes más ambiciosos para centrarse en combatir el paro y sepultar la crisis El líder demócrata ofrece su perfil más pragmático y bipartidista en su primer discurso del estado de la Unión
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarCuando más se le amontonaban los problemas, abajo en las encuestas y con su partido desmoralizado tras la sonada derrota de Massachusetts, Barack Obama recuperó ayer todo el brillo de su discurso para decir a sus compatriotas que no está dispuesto a tirar la toalla en la ambicioso programa que lo llevó hace un año a la Casa Blanca. Su apuesta en su primer examen serio ante las dos cámaras legislativas no es menor dada su determinación de sacar adelante la reforma sanitaria, el proyecto estrella de la legislatura que muchos han dado por muerto a raíz de la pérdida de la 'Supermayoría' en el Senado. Ni el Gobierno ni el Congreso -apuntó el mandatario- pueden desistir de un debate que está «muy cerca» de dar sus frutos.
Luego, en un tono no exento de cierta solemnidad, urgió a todos los legisladores a dar salida a una de las leyes más trascendentales para la convivencia del país. A los demócratas les recordó que «todavía gozan de la mayoría más holgada en décadas y el pueblo espera de nosotros que seamos capaces de resolver sus problemas y no huir de las responsabilidades. Y si los republicanos van a insistir en que son imprescindibles sesenta votos en el Senado para sacar adelante cualquier medida importante, entonces la responsabilidad de gobernar también es de ustedes», espetó.
En un explícito reconocimiento de las dificultades que está teniendo su Gobierno para hacer realidad «la agenda del cambio», admitió que su país afronta un «profundo déficit de confianza» por la forma en que la clase política y los poderosos intereses creados han seguido operando de espaldas a las demandas de la mayoría. En ese sentido, Obama no tuvo reparos en reprender a la oposición por el permanente obstruccionismo a su política a la vez que advirtió a sus compañeros de que limen sus diferencias en un momento en el que el partido no debe exhibir más titubeos.
Viejos valores
A lo largo de su intervención apeló en varias ocasiones a los valores de la democracia americana y a los momentos en las que las dos grandes formaciones políticas supieron unirse para avanzar. Pero también fue justo con la historia y se refirió a las «viejas batallas que nos han dividido», las mismas que se han recrudecido en los últimos meses y han hecho muy complicado que los esfuerzos del Ejecutivo avancen ahora en el Capitolio.
En cualquier caso, el inquilino de la Casa Blanca no rehuyó la autocrítica en su gestión y admitió que entendía el sentimiento de la gente de estar «cansada de Washington». Pero a esas dosis de realismo con que asumió el desgaste sufrido por su Gobierno, sobre todo a causa de la crisis, añadió una batería de nuevos compromisos destinados a apuntalar la recuperación económica e hizo del desempleo su gran prioridad para 2010. Obama reconoció que aunque su Administración ha conseguido una «mejora notable» con sus medidas de rescate del sistema financiero y los paquetes de estímulo al tejido, «los signos de la devastación aún siguen ahí», con un índice de paro no visto en 26 años.
La batalla contra el desempleo, una «epidemia» que hoy está en relación directa con unos índices de popularidad que ayer mismo le ubicaban entre 47% y 48%, le obligaron a confirmar lo que ya habían adelantado su asesores con el fin de contener un déficit público, de los peores desde la Segunda Guerra Mundial, que ha comenzado a ahuyentar el respaldo de los electores. «Al igual que las familias que se están apretando el cinturón, el Gobierno seguirá el ejemplo» con un plan de contención del gasto que arrancará en 2011 y que «congelará el gasto gubernamental» con el fin de contener el impresionante déficit público que este año alcanzará los 1,35 billones de dólares -960.000 millones de euros-.
Sin darles la espalda
Interrumpido continuamente por los aplausos de sus entusiasmados compañeros de partido y ante la impasible mirada de los republicanos, dijo a sus compatriotas que «no pienso darles la espalda». «Yo no soy de los que claudican o abandonan», aseguró al adelantar así que no piensa rendirse en la difícil batalla por bajar el desempleo o por hacer realidad la reforma sanitaria.
En otro momento, destacó que la agenda del cambio incluye «arreglar el fallido sistema de inmigración» que sacaría de las sombras a más de doce millones de indocumentados, poner fin a la guerra en Irak y eliminar la amenaza terrorista de Al-Qaida. También prometió trabajar con el Congreso y el Ejército para acabar con la ley que niega a los homosexuales el derecho de servir «al país que aman por ser quienes son».
El mensaje de Obama fue respondido por el gobernador republicano de Virginia, Bob McDonnell, la primera vez que se realizaba una intervención de este tipo. El recién elegido se centró sobre todo en la economía y consideró que la propuesta de congelar el gasto público anunciada por el presidente «era loable pero insuficiente».
Varias encuestas daban cuenta ayer de que su primer discurso sobre el estado de la Unión ha sido recibido de forma positiva por una mayoría de estadounidenses. Un sondeo de la CNN recoge que el 48% de los espectadores que lo oyeron tenían una reacción «muy positiva» y tres de cada diez una opinión «algo positiva». Al 21% de los consultados no les gustó la intervención presidencial.