Roberto Flórez, ex espía del CNI, llega a la Audiencia Provincial de Madrid para el comienzo del juicio :: EFE
ESPAÑA

El topo del CNI alega obediencia

Dos cartas escritas al espionaje ruso son la base para imputar al agente el delito de traición, penado con 12 años de cárcel Roberto Flórez dice que sustrajo documentos porque le encargaron un informe

MADRID. Actualizado: Guardar
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En más de tres horas de declaración ante el tribunal, el topo del CNI Roberto Flórez intentó ayer quitarse de encima el sambenito de traidor por el que lleva dos años y seis meses en prisión preventiva. Acusado de vender información reservada a los servicios secretos rusos, el ex espía basó su defensa en que los papeles incautados en su casa de Tenerife, que probarían su supuesta implicación, formaban parte de un trabajo encargado por sus superiores jerárquicos. Es decir, que de traición al Estado nada de nada, más bien órdenes de arriba.

Al ser la vista a puerta cerrada, la declaración de Flórez fue resumida por su abogado al finalizar la primera sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid. El letrado Manuel Ollé, conocido por su defensa de las causas de justicia universal, alegó que las dos cartas que su cliente escribió a los servicios secretos rusos eran un «supuesto práctico» que le habían encomendado sus mandos en el centro. En concreto, se trataba de evidenciar las deficiencias de seguridad interna del viejo CESID -hoy CNI- en un momento de cambios en el centro de inteligencia.

Traición

Estas dos cartas escritas a la inteligencia rusa entre 2001 y 2002, en las que presuntamente se acredita que Flórez vendió información reservada, son la prueba clave de las acusaciones contra el ex espía, al que se atribuye un delito de traición penado con hasta 12 años de cárcel. Y es en este punto donde se dirime el proceso.

«A Flórez le encargaron una monografía y él, dentro de su libertad de trabajo y de actuación, la finaliza con un anexo en el que se incluyen estas cartas como supuesto práctico. Cuando terminó su redacción, las metió en una bolsa y permanecieron ahí hasta que fue detenido» en julio de 2007, tres años después de haber abandonado el CNI, aseguró el abogado defensor. ¿Y la cantidad de documentos, CD, DVD, cintas, microcintas y otros soportes informáticos que hallaron en su casa? «Los tenía como consecuencia del trabajo que estaba desarrollando», respondió el letrado, quien explicó que Flórez dio por finalizado su trabajo, que ya contaba con más de 700 páginas, «tras los cambios en la estructura» del centro. En aquel periodo se pasó del CESID al CNI.

La investigación que destapó el caso la comenzó Alberto Saiz en 2005, nada más aterrizar en la dirección de 'La Casa'. La razón de que algo no iba bien se confirmó tras malograrse tres operaciones de la inteligencia española en territorio ruso como consecuencia de la presunta traición del topo. Pero Roberto Flórez achacó la denuncia, según dijo ayer su abogado, a que en aquella época «no era bien visto» entre determinados compañeros, que planearon y lograron llevárselo por delante.

Sin pruebas

Precisamente Alberto Saiz compareció como testigo a petición de la Fiscalía y la Abogacía del Estado, personada en la causa para defender los intereses del CNI. A la salida del juicio se mostró huidizo y aseguró de forma sucinta que había colaborado con la justicia para esclarecer los hechos. Sin embargo, el abogado del espía aclaró luego que su declaración «no aportó nada», ya que en una de las preguntas clave para la defensa («¿Puede acreditar que las cartas iban dirigidas a algún un servicio secreto?») se acogió a su derecho de no declarar por seguridad nacional. Esta misma estrategia ya la utilizó cuando compareció ante el juez que instruyó el caso.

«No ha aportado ni una sola prueba contra mi cliente, ni si recibió dinero (200.000 dólares) por vender información», señaló Ollé, quien espera que en la sesión de hoy, en la que están citados dos agentes del CNI, se pongan sobre la mesa las evidencias de la traición de Flórez. De no ser así, la otra estrategia de la Fiscalía y la Abogacía del Estado es incriminarle por revelación de secreto, delito castigado con cuatro años de prisión, con lo que saldría en libertad de inmediato pues lleva entre rejas más de dos años y medio.