EL HOMBRE DEL GORRO
Actualizado: GuardarEl año pasado por estas fechas lo querían linchar por decir que del león se iban a comer hasta el rabo. Se refería a las semifinales de la Copa del Rey que disputaba su equipo, el Sevilla, frente al Athletic de Bilbao. La prensa mafional lo puso a parir por chulo, prepotente y otras lindezas. Pero él siguió a lo suyo diciendo que no iba a cambiar su discurso y que, incluso, iba a ser más vehemente cuando tuviera la más mínima ocasión.
Y lo hizo, y vaya que si lo hizo. Espero al momento más oportuno, o más inoportuno según lo quieran ver algunos. En los prolegómenos de la eliminatoria contra el Barcelona se atrevió a decir que los que habián tenido mala suerte tras el sorteo eran los culés y que en la Ciudad Condal estarían lamentándose por tener que medirse a los hispalenses. Dicho y hecho. Pese al sufrimiento del encuentro de vuelta, al final el hombre del gorro se salió con la suya. Esta vez la prensa mafional no le alabado de forma directamente proporcional a como le atacó la temporada pasada antes del partido de San Mamés. Se puso un gorro, se río de Laporta y encima se llevó la elminatoria. Ya lo han bautizado como el gorro de la copa. Se lo cascó el miércoles en el palco de Riazor y su equipo ganó con la gorra. Son formas de ser, podrán gustar más o menos. Nunca podrá pasar indiferente y despierta pasiones y odios en partes proporcionales. A los sevillistas nos levanta la moral en los peores momentos, como ya hizo cuando íbamos camino de Mónaco y acababa de morir Antonio Puerta. El hombre del gorro puede permitirse la chulería de vacilar después de un 0-3 en Riazor, pero también hubiese hecho lo mismo si la entidad que preside hubiese perdido 3-0. Seguro que le hubiese metido el miedo en el cuerpo a las huestes de Lendoiro, un Lendoiro que, por cierto, ha dicho que no va a ir Sevilla el miércoles que viene. En su caso, es lo mejor. Es lo que hay que hacer en el fútbol y en la vida, Retirarse a tiempo, antes de que le sigan calentando las orejas. Adiós