EL 'SUJE' Y LA SANGRE
FRANCISCO APAOLAZA Actualizado: GuardarLas mujeres han sacado el sujetador de contexto. Antes, los colores se adivinaban en el vértigo de desfiladero de un escote, en la mirada furtiva, en la transparencia inocente de una camisa. Ahora, se airean en la web. Y sin ver, que es peor. Día a día, ellas luchan por su feminidad y juegan a descubrir en su Facebook el color de su suje con una enigmática palabra. «Negro», dice una. O blanco, añil, de leoparda, rosa pantera rosa... La idea tiene miles de seguidores y seguidoras, como la mayoría de las imbecilidades que se le ocurren al ser humano. El magnetismo de lo obsceno, le llaman.
El proyecto de sacar a la luz el Pantone de los pechos de España podría ser una broma divertida, una provocación, incluso el 'happening' de una artista de la 'nouvelle vague'. Pues no. La idea surge como una medida de concienciación del cáncer de mama en España. Como si la enfermedad tuviera algo que ver con la sensualidad. No casan la quimio y la transparencia, aunque llaman la atención aunque sirven para el último minuto de gloria de todo a cien.
Entre sus evidentes defectos, el Diablo tiene la virtud de borrar lo contingente, de denunciar lo frívolo. Cuando el hombre asiste al espectáculo fenomenal de un cráneo abierto como una sandía, a la elegancia de una mirada perdida vagando entre el polvo blanco y el rojo vivo de las avenidas de Port au Prince, cuando admira la escultura de una mano retorcida asomando sin vida entre los escombros... Cuando mira a la desgracia a la cara el hombre no tiene la cabeza para la fantasía del 'wonderbra' de su compañera. O no debiera tenerla.