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La Nouvelle Vague se queda huérfana sin Eric Rohmer
Fallece a los 89 años el autor de los 'Cuentos morales', el cineasta de la palabra y de la fugacidad del amor
Actualizado: GuardarEn 'La noche se mueve', Arthur Penn deslizaba un malévolo comentario sobre el cine de Eric Rohmer cuando el detective encarnado por Gene Hackman salía de padecer una película suya: «Es como ver crecer la hierba». Era una cariñosa 'boutade' acerca de un director que, claro está, nunca rodó películas de acción. La ácida mirada de Rohmer sobre la fugacidad del amor adoptaba una forma de narrar ligera y despreocupada.
Como si hiciera arte de lo trivial, con un cine que era espejo de lo rutinario: conversaciones, paseos y silencios se suceden sin que, en apariencia, pase realmente nada, permitiendo tan sólo el goce de ver moverse a los personajes. ¡Qué difícil es no enamorarse de Arielle Dombasle y Amanda Langlet en 'Pauline en la playa'! Aquel verano francés hasta les sirvió a dos hermanas de Gijón para bautizar a un duo pop, Pauline en la Playa, de deliciosas letras: «Si es que cruje la madera del suelo, sólo puede ser su queja ante tanto pisoteo». Eric Rohmer, uno de los últimos supervivientes de la Nouvelle Vague, falleció ayer en París cuatro meses antes de cumplir los 90 años.
Sus audaces películas constituyen un abierto desafío frente a la prepotencia formalista y amanerada en la que chapotea el cine contemporáneo. El gusto por la búsqueda de nuevas potencialidades para el lenguaje cinematográfico, un acercamiento documentalista a las historias de ficción y la reivindicación del amateurismo como una elección política son tres dimensiones que subyacen en toda la trayectoria rohmeriana y que, de manera cíclica, emergían a la superficie. Son, sobre todo, señas de identidad que identifican la herencia de la Nouvelle Vague y que señalan el camino por el que Eric Rohmer, nacido Maurice Henri Joseph Schére (Nancy, Francia, 1920), nunca dejó de avanzar.
'Cahiers du Cinéma'
Primero pensó el cine desde las páginas de la mítica 'Cahiers du Cinéma', de la que fue redactor jefe. Debutó como el resto en 1959 con 'El signo del león', aunque su verdadera eclosión como autor se produce en 1966, cuando empieza a rodar sus 'Cuentos morales'. 'La panadera de Monceau', 'La carrera de Suzanne', 'La coleccionista', 'Mi noche con Maud', 'La rodilla de Claire' y 'El amor después del mediodía' repiten su 'dramatis personae' -un hombre y dos mujeres- a la manera de paradójica letanía.
Eric Rohmer nos viene a decir que nunca encontramos lo que buscamos y que nunca buscamos lo que encontramos. Los 'Cuentos de las cuatro estaciones' o la serie de películas englobadas bajo el epígrafe 'Comedias y proverbios' también destilan su magistral y ácida mirada sobre la juventud y la fugacidad del amor. En su cine, este octogenario jansenista e irónico concede a la palabra una importancia tradicionalmente execrada por los estetas del cine. Rohmer hacía suya la frase de Chrétien de Troyes que presidía ese caústico vodevil que era 'Pauline en la playa': «Quien tiene boca se equivoca».