Editorial

Temporal de riesgo

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El temporal que estremece al país ofrece ya un balance trágico. Al incremento de la siniestralidad en las carreteras se han sumado la muerte de una mujer ahogada al inundarse su vivienda en Granada, la de un hombre en Guipúzcoa al darse un desgraciado golpe en la cabeza mientras limpiaba de nieve el garaje y, ayer, la de tres montañeros sepultados por un alud en el pico oscense de La Collarada; mientras, continuaba la búsqueda de tres jóvenes perdidos en Málaga y de otro en Teruel. Los trastornos que provocan las inclemencias meteorológicas acostumbran a evaluarse no sólo por su gravedad; también por su contraste con lo acertadas o no que hayan sido las previsiones y por la respuesta que sean capaces de ofrecer los poderes públicos ante dificultades particularmente severas como las que están soportando la casi totalidad de las comunidades españolas por efecto de un frío helador. Pero los luctuosos sucesos de las últimas horas y la multiplicación de incidentes advierten, en una u otra medida, de la importancia de que esa prevención pública se vea acompañada por la actitud consciente y responsable de la población, a fin de evitar en lo posible que los riesgos acaben siendo fatales.