Siempre nos quedará Barbate
Actualizado: GuardarAnchos atunes que punzan,/ abriendo en plata las olas./Más, ¿de quién las almadrabas/ de ayer y ahora?/ Somos los mismos que el viento/ nos tiró en las mismas olas./ Los hijos pobres del mar/de ayer y ahora», pregonaba Rafael Alberti que abría su candidatura por Cádiz en las generales del 77 llamando a los gaditanos coquineros -otro oficio en vías de extinción-y gentes de las almadrabas.
Ahora, por lo que parece, ya no habrá ocasión de volver a las almadrabas del Estrecho a aquel trabajo de temporada que la España de Cervantes bautizó como el finibusterrae de la picaresca, donde los murcios del Siglo de Oro iban a la conquista de Túnez y a servir al duque. Ahora, por mor de la Unión Europea, los almadraberos de este litoral se convierten en marineros en tierra. Y ocurre cuando Barbate parece más canino que nunca y no por los errores de la actual Corporación, que preside el socialista Rafael Quirós, sino por las precedentes. Esto es, no sólo por la del Partido Popular, que también, sino por aquel prolongado e irregular mandato del inefable Serafín Núñez. ¿O es que nadie recuerda acaso aquella pintada que en 1992 alguien trazó sobre el letrero que fijaba el término municipal? Barbate: el último en salir que apague la luz.
Barbate, el atún y chocolate de Pablo Carbonell con milagrosa música de Nono García. Barbate de los busquimanos, de los buscavidas, de los supervivientes. Barbate afortunadamente sin Franco pero desafortunadamente sin plan E por bancarrota y por deudas a la Seguridad Social.
Ni tanto ni tan calvo. En la Organización de Productores Pesqueros de Almadrabas se encuentran perplejos. En 2008, por ejemplo, no se llegaron a extraer 1.200 toneladas a pesar de que el límite estaba fijado en 1.400 por la Comisión Internacional para la Conservación del Atún del Atlántico de la UE. Esta vez, la crisis local no guarda relación con la falta de esos atunes que las gigantescas factorías flotantes japonesas terminan vendiendo en las lonjas de Tokyo a 90 euros el kilo. En esta ocasión, hay más atunes de la cuenta. O más de los que permite la cuota de la Unión Europea: por mucho que se empeñe la Junta de Andalucía y el Gobierno español, poco podrá hacerse a este propósito por mucha presidencia comunitaria que ostente España durante este semestre. Por primera vez en la historia, la presidencia de turno alternará con un parlamento cuya autonomía legislativa se ha visto reforzada por el Tratado de Lisboa, al tiempo que la comisión también cuenta con mayores poderes que nunca.
El tope de capturas se encontraba fijado en 1.088 toneladas repartidas entre las almadrabas de Barbate, Zahara de los Atunes, Conil y Tarifa, por no contar con las de la otra orilla del Estrecho. El propósito comunitario es plausible: hay que evitar que se extinga la especie y que no ocurra igual que con los caladeros de la periferia española a los que esquilmamos durante siglos, sin ningún tipo de precauciones. Pero una reducción del 40% de las capturas deja a la pesca de Barbate -su mayor industria legal-, boquerona perdida: cien toneladas más, por amor de Dios, es lo que vienen a mendigar como fondo de maniobra, según solicitaron el pasado 20 de mayo al ministerio de Medio Rural y Marino, sobre las 140 que tenían que repartirse entre los cuatro municipios. También el golpe es considerable para el resto de las localidades pero, al menos, sus recursos turísticos suelen estar muy por encima de los del litoral barbateño. Y también sería cuestión de que sus habitantes se preguntaran por qué y desde cuándo.
De las almadrabas viven más de cuarenta familias. O más de los 350 almadraberos que se han plantado en Madrid para reivindicar el derecho a seguir siendo versos de Rafael Alberti. De ese viejo y terrible laberinto mortal vive, en gran medida, el imaginario colectivo del litoral de Cádiz, de donde en los últimos treinta años han ido desapareciendo las conserveras e incluso las flotas pesqueras convencionales que han terminado emigrando a Marruecos o a otros caladeros más lejanos.
¿Serán suficientes las medidas económicas paliativas que estudia la Secretaría General del Mar para los sectores afectados por la reducción de cuotas de la pesquería del atún rojo? Probablemente, no. Como tampoco resultan suficientes para Barbate los presupuestos de inversión derivados de los planes Proteja y Memta -'Mienta', le llaman sus detractores- que ha puesto en marcha la Junta de Andalucía. Cuando Zahara empieza a sustanciar legítimamente su proceso de independencia, a Barbate le crecen los enanos: 60 millones de deudas con la Seguridad Social no es fácil que puedan ser saldados y, por lo tanto, difícilmente podrán acceder al plan E y a otros balones de oxígeno que pueda poner en marcha el Gobierno central.
Parece claro el compromiso de la Junta para intentar sacar a esta localidad del atolladero. Pero no se sabe a ciencia cierta quien es el titular de la consejería de milagros. De no existir, más temprano que tarde, esta laboriosa ciudad de mar abierto volverá a ver a los narcos sacando de paseo a sus fieras.