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La esperanza, puntada a puntada
Carmen Rodríguez es una emigrante retornada que tras veinte años dedicados a la costura ha creado su propia empresa textil: Eskamas Una familia colombiana crea en el garaje de su casa su propio taller de costura
Actualizado: GuardarNadie diría que Carmen Rodríguez nació en Medina, a juzgar por su peculiar acento. Esta asidonense emigró a Colombia, y allí empezó a trabajar en la costura de tejidos de lycra hace ya veinte años. Tiempo después, volvía a su tierra natal. «Atravesamos el Atlántico con dos 'maleticas', una llena de fotos y otra repleta de ropa», recrea Pablo Pérez, su marido. «Pero cargados de esperanza», refuerza ella.
Al principio ningún miembro de la familia encontraba trabajo. El padre, médico, tuvo que esperar tres años hasta que le homologaron el título. Un día le dijo a su mujer -de buen tono-: «¿Tú qué sabes... Coser? ¡Pues siéntate en la máquina!».
Y emprendieron esta aventura. «Empezamos en el garaje de casa, y poco a poco vimos la posibilidad de ir creciendo», resume orgullosa Carmen. «Al principio me llevé dos años trabajando para poder adquirir la maquinaria necesaria», recuerda de aquellos duros comienzos.
Carmen aún está algo temerosa del último paso dado: abrir un taller propio. En el pequeño local de Eskamas, que es como se denomina la marca que han creado, se concentran varias máquinas de coser. En los manuales podría venir como ejemplo de empresa familiar, en la que todos sus miembros se han implicado. «Empezó nuestra madre sola, pero tenía mucho trabajo, así que todos juntos dijimos: Vamos a ayudarle en la costura», apoya con orgullo su hija Violeta.
«Ellos han ido aprendiendo poco a poco», valora Carmen sobre el proceso en el que se han sumergido sus tres hijas y sus dos yernos. Violeta, Rocío e Isra ejercen de costureros, Fulvia de patronista y comercial, y Alejandro de informático y cortador. Pablo, el padre, ayuda como dibujante, y todos ellos son supervisados por Carmen, «costurera principal, directora y jefa de todo», la define su hija Violeta.
De los bikinis exclusivos al Falla
Lo primero a lo que se dedicaron fue a los bikinis exclusivos, hechos a medida y poco a poco se corrió la voz. Su año se divide en dos temporadas: el verano los bañadores, y ahora la gimnasia rítmica y algo de carnaval. Alguna agrupación puntera del Falla llevará prendas de Eskamas, y cuando llega el calor varias tiendas de prestigio de Cádiz incluyen en sus estanterías prendas de baño con su marca.
El padre de la familia marca el momento actual como un punto de inflexión: «Nosotros hemos tenido un mercado limitado, hasta que apareció la magia de Internet». Hoy tienen página web, -www.eskamas.com- en manos del patronista de la familia, que también es informático. A través de ella les están llegando encargos de Holanda, Portugal o Chile, sobre todo de prendas para la gimnasia.
«Hemos pasado de una visión artesanal a otra diferente, de la maquinita doméstica a una maquinaria semindustrial», reconoce Pablo, quien, más que como empresa, prefiere definir el proyecto familiar como «una unidad de resistencia económica en estos tiempos de crisis que vivimos». «Ahora tocará consolidarla como unidad empresarial», avanza el siguiente paso.