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MUNDO

Un agente doble jordano asesinó a los siete miembros de la CIA el pasado 30 de diciembre

El espía se había ganado la confianza de los funcionarios norteamericanos con información sobre Al-Qaida en Afganistán

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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El autor del atentado suicida que causó la muerte de siete miembros de la CIA el pasado 30 de diciembre en Afganistán era un agente doble jordano que se atrajo la atención de los funcionarios estadounidenses con la promesa de que poseía importante información sobre los líderes de Al-Qaida.

Según 'The Washington Post', que cita fuentes del Gobierno de Barack Obama, el terrorista había sido reclutado para infiltrarse en los círculos internos de la red de Osama Bin Laden y se había ganado la confianza de sus supervisores de Damasco y de la agencia de inteligencia norteamericana. En realidad, Humam Khalil Abú-Mulal al-Balawi alcanzó este compromiso después de ser detenido por su pertenencia a la organización yihadista. Luego se habría mostrado dispuesto a traicionar a los suyos, tras lo cual se inició un período de fructífera cooperación.

Gracias a las numerosas pistas proporcionadas en los últimos meses, el espía doble poseía una hoja de servicios tan valiosa que estaba autorizado a entrar en los centros operativos de los servicios secretos de Estados Unidos sin ser registrado. Con esta libertad de acción no le fue complicado tender su última trampa a los siete agentes asignados para trabajar con él en la complicada misión de tratar de entrevistarse con el 'número dos' de Al-Qaida, el egipcio Ayman al-Zawahiri. Lejos de perfilar los planes y nada más verse las caras, Al-Balawi explosionó la bomba que llevaba oculta en su ropa provocando de manera instantánea su muerte y la de sus acompañantes.

Información urgente

Según la cadena 'ABC', el atacante suicida se había puesto en contacto la semana pasada con los norteamericanos solicitando una entrevista con el equipo de la CIA basado en Jost, en el este de Afganistán, ya que disponía de informaciones urgentes relativas al lugarteniente de Bin Laden, Al-Zawahiri. La dirección de la agencia de inteligencia creyó a pies juntillas al jordano y envió a la cita a un equipo con sus mejores hombres en la zona.

A medida que emergen más detalles sobre los últimos movimientos del atacante se amontonan las preguntas de cómo un puesto clave de inteligencia de Afganistán pudo ser penetrado en el ataque más letal contra la CIA en más de veinticinco años. Los informes hechos públicos por Washington habían atribuido de manera errónea la autoría del ataque a un soldado afgano o quizá a un informante local que había sido llevado a la base para que rindiera un informe.

Funcionarios estadounidenses y jordanos habían llegado a considerar a Al-Balawi como un agente digno de confianza, pese a un historial de apoyo al islamismo extremo, un punto de vista que ofreció en otoño en una entrevista con una publicación afiliada a Al-Qaida.

El agente trabajaba en los servicios secretos jordanos con otro oficial, identificado con el nombre de Alí bin Zeid, octava víctima del atentado. Este militar era miembro de la familia real hachemí, lo que explica que el rey y la reina asistieran a sus funerales, y que fuera tratado como héroe nacional.