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VENTAS AMBULANTES

CHARLETAS GADITANAS Actualizado: Guardar
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De siempre hubo en Cádiz una gran cantidad de personas que se dedicaban a la venta ambulante de los más variopintos artículos. Dependiendo de las estaciones del año, así eran los géneros a vender.

En verano, el artículo rey, el más codiciado por los clientes, era el higo chumbo con aquel célebre pregón de ¡A quién le parto el higo de Jerez! Esto no tenía ningún sentido peyorativo.

También son muy recordadas las acerolas con el pregón de ¡Blanca, Amarilla y Colorá! Aunque siempre los vendedores más emblemáticos de Cádiz fueron los que ofrecían a gritos caballas con sus tablas con este pescado tan gaditano. Los canastos con los cangrejos moros cogidos, cocidos y vendidos por sus portadores. No nos olvidemos de los vendedores de paja con aquel pregón de la «¡paja para los jergón!» A éste lo plasmó el gran Paco Alba en una comparsa.

También son dignos de mencionar aquellos afilaores con su bicicleta que lo mismo serviría para su traslado como la convertía en taller para sus afilados y aquel pregón de ¡El afilaor niña!

El que vendía arropía, los 'chochos' y las 'arcatufas' remojadas que eran las chufas. El barquillero con su 'reolina' a perra gorda la tirada. Y otros, que inundaban las calles y plazas de la ciudad. Había retratistas en la plaza de San Juan de Dios, plaza de Mina y uno muy célebre en la playa que de tanto darle el sol estaba completamente morena. Los mejores clientes eran los quintos con sus retratos en forma de corazón para las novias.

También los fotógrafos ambulantes, con sus máquinas Kodak en el Palillero, Mina y Alameda. Los clientes de estos retratistas eran los nuevos matrimonios que llegaban a Cádiz en sus viajes a novios y de esta forma guardaban el recuerdo de aquellas fechas. Y así, podríamos enumerar a muchos más vendedores ambulantes que han han pregonado sus artículos por la ciudad y que aún hoy todavía existen.