LA RAYUELA

El nicho ecológico

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Quién se acuerda ya del cambio climático? El fracaso de Copenhague queda ya tan lejos. Lo único que se ha conseguido es que ya no se le permita a ningún necio poner en cuestión la verdad incómoda de que la supervivencia de la tierra es incompatible con nuestra cultura o modo de vida. Se llama nicho ecológico al resultado de la transformación del ecosistema por la especie humana. Hemos creado un ambiente artificial con un modelo de crecimiento irresponsable que ha sometido a la naturaleza a un estrés que ha acabado desajustando su delicado equilibrio. Hay lugares del planeta donde los signos que anuncian la catástrofe son más visibles. El planeta está en peligro y sólo los interesados en el irracional derroche de unos recursos finitos, lo niegan o ignoran. Más allá de la dificultad para imponer unos costes ambientales a un sistema productivo en crisis, hay un problema de fondo: el cambio de percepción sobre la manera de relacionarnos con la naturaleza y modificarla en beneficio de nuestra especie. Es uno de esos desafíos que pueblos, culturas o civilizaciones han de plantearse en algún momento de su historia y del que depende su continuidad. Se trata de una verdadera revolución que debe comenzar por la socialización de los individuos en una cultura que interiorice el derroche energético y la contaminación ambiental como una transgresión ética y moralmente inadmisible. Unos valores y normas que guíen a la ciudadanía para controlar a sus representantes cuando hagan un mal uso de la energía o descuiden sus obligaciones medioambientales, pero también que comprometan a éstos en su vida privada.

Como otros cambios culturales de la modernidad, por ejemplo la igualdad de género, el ecologismo ha llegado como formulación teórica a casi todas las mentes, pero a muy pocas como compromiso ético. Nuestra conducta energética y ecológica es contradictoria con nuestras teóricas convicciones. Se necesita una hoja de ruta para ir aumentando nuestra coherencia ecológica. ¿Les hablo del sexo de los ángeles? No, hablo de ser coherentes con esa verdad incómoda que ya conoce hasta el primo de Rajoy: el mundo no es viable con nuestro modo de vida y, por ello, hay que cambiarlo. Por más que la mayoría de los ciudadanos tenga a los políticos como un problema, no podemos exigirles cínicamente lo que no somos capaces de asumir en nuestra vida diaria. Y este nuevo año podría ser un buen momento para comenzar.