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Un comando militar iraní toma por las armas un campo petrolífero en Irak

Bagdad denuncia la invasión de su vecino para apoderarse de un yacimiento fronterizo que se disputan ambos países

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Un comando de once soldados iraníes despertó ayer los fantasmas de los ocho años de guerra entre Irán e Irak al cruzar la frontera e izar la bandera de la república islámica en el campo petrolífero de Fakkah, al sureste del país. Situado en pleno límite territorial con Irán, a menos de medio kilómetro de la actual línea divisoria, se trata de un territorio en disputa entre Bagdad y Teherán en la provincia de Maysan.

La gran sensibilidad de la zona hizo que el ministro de Interior, Ahmed Ali al-Khafaji, negara la información en un primer momento aunque más tarde, tras las denuncias por parte de responsables de la Compañía de Petróleo Maysan a las agencias internacionales, terminó por reconocer unos hechos que provocaron una reunión de urgencia del gabinete iraquí.

Horas más tarde, el Ejecutivo de Bagdad se posicionó sobre la incursión, pero sin querer prender la mecha del conflicto con su vecino. «Irak exige la retirada inmediata del pozo número 4 y del campo petrolífero de Fakka, que pertenece a nuestro país. Esperamos una solución pacífica y diplomática para este asunto», subrayó el portavoz del Gobierno, Alí al-Dabbagh. Los yacimientos petrolíferos de Maysan, con unas reservas estimadas de 2.463 billones de barriles, trabajan a menos de la mitad de su capacidad y ninguna compañía extranjera se encarga de su explotación. Hace una semana de la gran subasta de seis campos petrolíferos iraquíes en Bagdad y este suceso refuerza los temores extranjeros sobre la injerencia iraní en los puntos sensibles de la frontera.

Chinos, europeos y rusos se llevaron los mejores contratos en las adjudicaciones, un hecho que llamó la atención de los expertos del sector que destacaron la falta de interés de las compañías americanas, que, aludiendo los enormes costes en seguridad que supone trabajar en este nuevo Irak, apenas consiguieron concesiones de explotación. El reto de las autoridades locales es alcanzar los doce millones de barriles diarios para acercarse a los niveles de Arabia Saudí.

Desmentido oficial

«Irán niega que sus soldados hayan tomado ningún campo de crudo en suelo iraquí». Ésta fue la única reacción oficial emitida por la Compañía Nacional de Petróleo iraní a través de la agencia Mehr. Aunque las relaciones entre los gobiernos de Bagdad y Teherán son muy estrechas desde la caída de Sadam Husein y el ascenso de las formaciones políticas chiíes -secta mayoritaria en Irán-, los oficiales iraquíes insisten en que «bajo ningún concepto vamos a renunciar a nuestra riqueza petrolífera».

Sólo veinticuatro horas antes del incidente, el presidente Mahmud Ahmadineyad aprovechó su viaje a Dinamarca para tomar parte en la conferencia del cambio climático para declarar ante los medios que «Estados Unidos, como cualquier otro país del mundo, tiene sus fronteras y debería respetarlas», en clara alusión a la presencia militar americana en suelo iraquí y afgano, ambos países fronterizos con Irán. El líder fundamentalista acusó al «capitalismo y materialismo» de Occidente de ser los «grandes culpables» de la contaminación del medio ambiente.

No es la primera vez que fuerzas iraníes penetran en el país vecino en los últimos años, aunque hasta el momento se trataba de operaciones secretas. Decenas de guardias revolucionarios y milicianos de Hezbolá libanés fueron detenidos desde 2003 bajo la acusación de «cooperar con la insurgencia», según la inteligencia estadouniden.

Los 1.500 kilómetros de frontera entre ambos países también ha sido escenario de detenciones por parte de la guardia de fronteras iraní. En estos momentos los montañeros norteamericanos Shane Bauer, Sarah Shourd y Josh Fattal están a la espera de juicio tras su detención el pasado 31 de julio cuando practicaban senderismo en el Kurdistán iraquí.