Tribuna

España sin fe y sin fe en España

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Casi capicúa, pero no lo es. La primera parte del título se podría circunscribir a la aconfesionalidad del Estado español que no predetermina la ausencia de fe de una parte importante de la sociedad española, a pesar de los vientos de laicidad que nos invaden y de la que son firmes creyentes el gobierno que nos desgobierna. Para los que somos cristianos la fe se centra en la resurrección de Cristo (Carta a los Corintos), de igual modo que en otro pasaje de la Biblia es definida como «la certeza de lo que se espera (en el futuro), y la convicción de lo que no se ve (en el presente)» (Carta a los Hebreos). El cristiano cree con el corazón, no con la mente, así lo expresaba San Pablo. Sin embargo y volviendo a lo terrenal, me quedo con la definición de Nietzsche quien le otorga el siguiente significado «no querer saber la verdad». Ahora resulta que el presiente del gobierno es el más ferviente creyente de su propia verdad o de lo que el cree que es la verdad, es su particular creencia en el dogma de su propia fe, como la firme y absoluta convicción de que algo es verdad. Para él, neófito en economía, dos tardes no dan para más, hace que su voluntarismo se acerque más a los hechizos o magia, típico de las culturas mesopotámicas o de aquellas que en la actualidad se consideran poco civilizadas, que a la de los países modernos en los que las predicciones tiene una base científica, basada en la propia ortodoxia.

La segunda parte del título, es la cruda realidad. Ayer lo ponían de manifiesto el FMI, la OCDE, la UE, un sin fin de personalidades, hoy le toca a la influyente agencia internacional de calificación de riesgos Standard & Poor´s. Ésta, como las demás, Fitch y Mooddy´s se equivocan también. Expidieron informes favorables a productos estructurados fundamentados en hipotecas subprimes y demás activos tóxicos, que sirvieron de avales y garantías necesarias para que fueran base de importantes en cantidad y número, de transacciones internacionales, o sea no vieron o no quisieron ver lo que realmente había y se convirtieron en cómplices necesarios del desaguisado financiero vivido y que derivó en la crisis financiera internacional que aún hoy padecemos. Pero ahora, S & P viene a vaticinar en su informe sobre la economía española lo que cualquier persona que conozca algo la cuestión y tenga el más minino sentido de la sensatez diría. La cuestión sobre la que se fundamenta el informe, es la consideración del riesgo que se cierne sobre la deuda española, que se incrementa en «ausencia de medidas más agresivas por parte de las autoridades para hacer frente al desequilibrio fiscal y exterior». Es decir, la agencia no tiene ninguna fe en los buenos augurios, en las buenas sensaciones cuando no buenas vibraciones de ZP, que el mismo día de hacerse público éste informe, el presidente hacía público su tercer informe sobre la situación económica desde que llegó al poder. Escuchándolo o leyendo su discurso se diría que palpa ya la recuperación, manifestando que el crecimiento económico es inminente, advirtiendo que sólo tras la modernización, se creará empleo. Se estaba refiriendo a ese borrador de Proyecto de Ley que ha sido calificado por el profesor Velarde de «decepcionante», «sí al menos hubiese servido para admitir que existe un paisaje de muy severa depresión económica», ya que no se toma ninguna medida de forma inmediata que suponga un auténtico punto de inflexión en la situación padecida. El insigne profesor ya lo advertía en relación a una célebre frase de Keynes, que se refería a posibles respuestas ante problemas inmediatos: ¿y a largo plazo, todos muertos?

Lo insólito de todo esto es la indiferencia que el gobierno en pleno muestra con los informes de todos los organismos internacionales que emiten serias advertencias a España sobre la gravedad de la situación. Así, el presidente del Gobierno desoye las aseveraciones vertidas por la agencia de calificación. No sólo hay que tenerlas en cuenta, sino que es conveniente maniobrar en el sentido indicado en las mismas. Esa rebaja en la calificación ha supuesto por ejemplo que el coste del seguro para el Reino de España en caso de impago de la deuda haya subido hasta niveles preocupantes y ha tenido la siguiente repercusión: 800 millones de euros por la deuda del Estado y 1.500 millones por la deuda privada española. Pues eso son los efectos a los que a ZP no le preocupan. Pero hay más, la Bolsa bajó un 2,3% como consecuencia de la noticia. Credit Suisse sitúa a España en penúltimo lugar entre los países de la zona euro. El banco de inversiones suizo UBS se inclina por la bajada de rating de nuestro país próximamente por las otras dos agencias si las cosas siguen inamovibles. 'The Economist' sintetizaba la situación económica como 'Unsustainable', o sea, insostenible sobre la base de su contracción por sexto mes consecutivo.

Creo que el presidente debiera someterse a un psicoanálisis. Yo ya no me creo que sea un optimista antropológico. Sus remedios recuerdan al bálsamo de fierabrás con el que Don Quijote tranquilizaba a Sancho y así ahorrarse tiempo y medicina y sanar como la más sana de las manzanas. Pues no, a una gran mayoría de españoles ya no les convence. Algunos nunca tuvimos fe en él. Otros ya no la tienen. Muchos de los que la siguen teniendo, cara nos está costando a todos, se han convertido en los mayores receptores de subvenciones públicas y ahora son flancos de críticas despiadadas o poco pías, porque «viven como los curas». Tanto han cambiado las cosas que ahora se van de picnic y de paso se dan un garbeo por las calles de Madrid, dieta incluida. Madrid siempre Madrid. Pero en Madrid había muchos más cuando se manifestaron a favor de la vida. Miren una cosa, anteayer no había ni el número de liberados. No sé si el secretario general de la UGT de Madrid, ven ustedes, siempre Madrid, también se manifestó y se aireó un rato, amén de escuchar frases como que el liberalismo ha muerto, en boca de su homónimo de CC.OO. de Madrid, o se quedó en su puta casa. Tampoco sé donde estuvo el sábado sabadete mi admirado MAFO.