Bienvenidos a 'Hopenaghe'
A saber cuánto ha costado la campaña contra el cambio climático y para qué sirve. Quizá para lo mismo que Resistencia2012. Cuatrocientos cincuenta mil euros en una web y una publicidad de las que nunca más se supo
Actualizado: GuardarPara desmentir que a lo bueno se acostumbra uno enseguida, hemos perfeccionado durante este año que casi se nos acaba -ayer en la playa y hoy en diciembre- la depurada técnica de no sólo acostumbrarnos a lo malo con una pasmosa facilidad, sino a no darnos cuenta de lo que vamos perdiendo, trabajo, vivienda, poder adquisitivo, dignidad y otoño. No es que el frío haya llegado de pronto como nos han hecho creer, es que nos han quitado tres meses del calendario. Los tres meses en lo que uno se iba haciendo a la idea, en los que se acertaba con «voy a ponerme una rebequita», en los que descubría cómo los árboles se quedaban pelones al mismo ritmo que los monederos y en los que se le iban viendo las orejas al lobo antes de que cantáramos aquello de que el lobo es un buen turrón.
A todo esto, a lo de ir a la playa en Navidad, al parecer, se le llama cambio climático, y aunque ya nos dijo el primo de Rajoy que no era más que un patraña, porque si trescientos especialistas juntos no eran capaces de pronosticar el tiempo que haría en Sevilla al día siguiente, tampoco serían capaces de aventurar el calor de la Tierra en veinte años, andan los más altos mandatarios del mundo -del mundo interplanetario, que diría Leire Pajín- liados estos días en Copenhague a cuenta de los calentones de este mundo en el que vivimos. Así, de paso, recoge Obama su premio Nobel en Oslo y además se ahorra un viaje, que anda la cosa cortita. No obstante, la versión española, como siempre, es de astracán.
La Secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera -no confundir con la hermana de Paquirri, que es con uve- se ha mostrado convencida de que la cumbre será un éxito «porque no hay ningún gobierno que esté dispuesto a asumir la responsabilidad del fracaso». Pues vaya, eso es jugar con ventaja, o decir las cosas por lo claro. Me tranquiliza mucho esta señora, a pesar de que el discurso no es nuevo, eso ya lo sabíamos, que por lo menos en este mundo, con su calentón y todo, no hay ni un solo político capaz de asumir responsabilidades.
Pero bueno, a lo mejor hasta les hace ilusión verse en los carteles que Greenpeace ha colocado en el aeropuerto de Copenhague, carteles en los que se puede ver a los líderes de la cumbre dentro de diez años -si es que alguno se mantiene como líder de algo- pidiendo perdón. Sí, sí. Pidiendo perdón. «Lo siento, pudimos haber detenido el catastrófico cambio climático...Pero no lo hicimos». Sí. Y también podrían haber parado la burbuja inmobiliaria, y la desaceleración y la corrupción, y los continuos escándalos políticos, pero ¡ay! no lo hicieron. Qué le vamos a hacer. Aún así, la campaña es tan políticamente correcta, que dan ganas de creérsela. Como la de 'Hopenhague', con ese eslogan tan 'cool' 'We can save ourselves from ourselves'. No hombre, no. No nos tenemos que salvar de nosotros mismos, sino de lo que tenemos encima.
La campaña 'Hopenhague' -que juega ¿ingeniosamente? con la palabra esperanza y con la ciudad de Copenhague- busca crear un movimiento internacional en el que los ciudadanos sean parte activa en el diálogo y que sus voces sean escuchadas por los líderes mundiales, con lemas y frases que parecen sacados de algún encuentro de Cristo Vive en Campano, del tipo 'empieza con esperanza', 'hay formas para que tú líderes a los líderes', 'tú podrás decir que ayudaste a que el cambio sucediera'.
Kumi Naidoo es miembro del Consejo tcktcktck.org -bueno, también es presidente de Greenpeace Internacional, pero me podía más lo otro- y como responsable máximo de la campaña que recibirá en los próximos días a los líderes mundiales en Copenhague ha sentenciado que «si líderes como Zapatero, Obama y Merkel no llevan a esta cumbre la voluntad de conseguir un acuerdo ambicioso contra el cambio climático, su legado será de hambrunas, migraciones masivas y miseria». Bueno, tampoco es para ponerse profético, aunque en el caso de Zapatero no le hace falta llevar ni su voluntad ni nada a la cumbre, porque ya sabemos cuál va a ser su legado político en este país.
Y mientras, a saber cuánto ha costado la campaña y para qué sirve. Quizá para lo mismo de Resistencia 2012, cuatrocientos cincuenta mil euros en una web y una publicidad de las que nunca más se supo. Fuegos de artificio, como el «espectáculo multimedia» con el que anoche nos sorprendía el Consorcio para la celebración del Bicentenario iluminando la fachada de la Catedral con «un viaje de luz y sonido desde la Guerra de la Independencia hasta la promulgación de la Constitución de 1812». Casi ciento cuarenta mil euros. Para todos los públicos, decían. Sobre todo para el público que engorda las cifras del paro, para el que no puede llegar a fin de mes, para el que llena la cesta de la compra en Cáritas. Sí. Está muy bien.
Aunque la alternativa no es mejor, qué quieren que les diga. Mover a Moret de sitio -otra vez- y autorizar la pista de patinaje en San Antonio. Tal vez sea para contribuir al enfriamiento de la tierra, quién sabe. Bienvenidos a 'Hopenhague'.