En la guerra de Afganistán
Es un sarcasmo hablar de misión de paz en una zona en la que Obama tendrá 100.000 soldados
Actualizado: GuardarCuántas barbaridades se dicen con las palabras sagradas. Los dictadores hablan de libertad. Los políticos de paz cuando los soldados muertos en Afganistán pasan de los 1.500; de los muertos locales no hay cifras, mueren de cinco en cinco. Algún dirigente, José Luis Rodríguez Zapatero por ejemplo, habla de paz mientras sonríe, o sonreía. Piensen en su mirada cuando anunció la retirada de tropas de Irak, o en sus apelaciones a la misión de paz de nuestros soldados en Afganistán. Él no lo sabía, pero era Teresa de Calcuta la que decía que la paz comienza con una sonrisa. Ahora la sonrisa es cautelosa; prosopopeya en estado puro. La paz es una entelequia que a estas alturas nadie se cree. ¿Misión de paz en Afganistán, presidente?
Sorprende la complacencia de Zapatero con Obama. Llama su número dos, Biden, y ya están comprometidos 200 militares españoles, y ya son 1.500. Nos fuimos de Irak en un gesto caprichoso impropio de un político riguroso, pero ahora aumentamos nuestras tropas con destino a una zona en la que se libra una guerra que dura ocho años. Me cuentan que el presidente da por hecho que el Partido Popular le apoyará. Pues el PP verá, pero haría bien en exigir a Zapatero que se aclare. Lo mínimo que Mariano Rajoy puede pedirle es que antes de darle su apoyo maneje bien las palabras: Irak era y, según qué días, es una guerra; Afganistán es una guerra. Llamar misión de paz a lo que ocurre en una zona en la que Obama tendrá 100.000 soldados es un sarcasmo. Zapatero quiso romper la imagen de sumisión de España a Estados Unidos en época de Aznar, pero ahora se presta a colaborar con la misma sumisión que ha criticado. ¿Se puede hacer otra cosa? Se puede: Merkel y Sarkozy ya han dicho que con ellos no cuenten, de momento.
Ignoro si en el desierto de Mali, donde supuestamente están los cooperantes secuestrados, los de Al-Qaida escuchan la radio o leen periódicos, pero el envío de los 200 españoles a Afganistán es lo único que faltaba para complicar un secuestro que va a ser largo. En España tenemos decenas de presos amigos de Bin Laden que podrían estar en Mauritania secuestrando occidentales. ¿Qué pasa si nos piden su liberación? ¿Qué si nos exigen la vuelta a casa con la misma decisión que dejamos Irak? Los terroristas tienen ahora argumentos que hacen innecesaria su apelación a Al-Andalus. Son todos disparatados, sí. Pero son fruto de la impericia de Zapatero y nuestra desencaminada política exterior. Moratinos, que se lució al hablar de las elecciones en Honduras, lo diría así: una política ignorada e irreconocible.