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De verdad pasa usted 227 minutos diarios de su vida ante el televisor? ¿Casi cuatro horas al día delante de la pantalla? ¿Es que no tiene usted nada mejor que hacer? Eso dice el informe 'Panorama audiovisual 2008-09' de Egeda, y habrá que pensar que es verdad. Semejantes cifras nos colocan en el puesto vigésimo quinto del mundo en consumo televisivo y muy por encima de la media mundial. Es un puesto inferior al de otros años, pero la noticia es que, en el caso concreto español, la cifra de minutos ante la pantalla ha aumentado: 217 minutos en 2006, 223 minutos en 2007, 227 minutos en 2008. ¿Por qué? Esa es la pregunta a la que mucha gente estará intentando responder. Antes, el viejo tópico decía que los países donde más tele se consume son aquellos en los que más duro es el clima. Eso explicaba que países con muy alto grado de lectura, como Noruega o Finlandia, fueran también países de mucho consumo televisivo: sencillamente, a la gente le cuesta más salir de casa. Lo mismo vale para los lugares castigados no por el frío, sino por el exceso de calor, como Kuwait y los Emiratos. Pero uno ve la lista de Egeda y constata que, en Europa, las sociedades más televisivas son Italia, España y Grecia, espacios de clima benigno, además de los países del este. Aquí intervienen factores que ya no tienen nada que ver con la coacción climática, sino con otro tipo de motivaciones. «¿Y esto es bueno o es malo?», se preguntará usted. Cualquiera sabe. Al final, la cuestión no es cuánta televisión se ve, sino qué tipo de televisión nos tragamos. Y aquí es donde hay razones para fruncir el ceño, porque nuestra televisión, en líneas generales, no es de esas que contribuyen a elevar la dignidad del género humano (y eso se nota, ¿verdad?). Por cierto: los sitios donde menos televisión se ve son la India, Pakistán, la República Dominicana y Tailandia, naciones de difícil desarrollo y, al mismo tiempo, la hiperculta comunidad alemana de Suiza. Lugares tan dispares que uno se pregunta si estas listas de verdad sirven para algo.