El cuarteto de viento tocó piezas de sobra conocidas. /MIGUEL GÓMEZ
Sociedad

Melodías desde el pupitre

Los alumnos del I. E. S. Drago asisten al primer concierto didáctico del programa 'Tiempo de cambios', organizado por el Consorcio del Bicentenario

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Los músicos limpian escrupulosamente sus instrumentos sentados en formación semicircular. La insólita audiencia espera que de comienzo el espectáculo. Mientras todo son gritos de júbilo, risas nerviosas y muecas improvisadas. Un frenesí poco frecuente en los recitales de música clásica. Y es que la media de edad del público no supera los 14 años.

Los alumnos de 1º y 2º de ESO del I. E. S. Drago tuvieron ayer una jornada especial. Las clases de mates y lengua se suspendieron por un día para aprender algo más sobre la historia de Cádiz y de la música. Los estudiantes del centro gaditano tuvieron el privilegio de ser los primeros en disfrutar del programa Tiempo de Cambios, organizado por el Consorcio del Bicentenario y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales.

A punto de comenzar el concierto didáctico, los profesores daban los últimos toques de atención a sus pupilos. Por fin se hizo el silencio y los músicos comenzaron las introducciones: la flauta travesera, el oboe, el clarinete, el saxo y el fagot fueron los protagonistas. Los cuatro invitaron a los alumnos a visitar algunas de las piezas más conocidas de la música antigua y a sus insignes compositores: Vivaldi, Beethoven, Hayden y Chaikovski.

Los estudiantes aplaudieron y vitorearon las intervenciones del conjunto y rieron con las bromas cómplices de los músicos. «El fagot acompaña muchas veces a los dibujitos animados cuando hacen travesuras», explicaba Albert, intérprete de este instrumento antes de sacar unas notas del mismo.

También hubo lugar para el jazz, de la mano de la reconocible melodía de la banda sonora de La Pantera Rosa de Henry Mancini, compositor de la música de muchas de las películas de Blake Edwards. Una canción que fue bien recibida por la joven audiencia, que no dudó en tararearla y seguir el ritmo chasqueando los dedos.

«Esta canción os sonará mucho porque salía en la serie de dibujos animados Érase una vez el hombre», apuntó Albert con su fagot de más de dos metros de largo en la mano. «Este instrumento parece más difícil de tocar que los otros, pero no es así».

Un público sincero

Tras las últimas notas, la orquesta de viento fue aclamada por estudiantes y profesores. «Hay que intentar que lo pasen bien», reconocía Albert al final del concierto. «Los niños son un público increíble porque son muy sinceros, si no les gusta algo, lo manifiestan», afirmaba el músico. Por este motivo, los instrumentistas decidieron cambiar en el último momento su repertorio para hacerlo más lúdico.

«De esta forma, los chavales pueden darse cuenta de que la música clásica está más presente en sus vidas de lo que creen», sentenciaba ayer Albert.

Aunque algunos aprovecharon para echar un sueñecito, la mayoría de los jóvenes disfrutaron con la actuación. «Me encanta Alla Turca de Mozart», comentaba a la salida Pablo Manuel Barranco, que toca el clarinete desde hace cinco años y se confiesa un amante del jazz. «A mi me gusta más la batería, pero es muy difícil», reconocía Nazareth Jiménez, de 2º, mientras que su amiga Elisabeth recordaba algunas partes del concierto. «Me quedo con La Pantera Rosa, sin duda».