Desafíos de Oliart
Actualizado: GuardarE l acuerdo alcanzado entre el PSOE y el PP para la designación de Alberto Oliart como nuevo presidente de RTVE en sustitución de Luis Fernández suscitó ayer una mezcla de sorpresa y de anuencia ante la indiscutida personalidad de quien fue ministro de Defensa tras el 23-F. La franqueza dialogante de la que Oliart ha hecho gala durante su etapa en el Gobierno y en todas sus demás facetas públicas le hacen acreedor a la confianza suficiente como para que tanto los grupos parlamentarios como los profesionales del Ente vean en él una persona siempre proclive a la búsqueda de soluciones. Su avanzada edad y, sobre todo, el hecho de que no proceda del sector audiovisual o de áreas de gestión relacionadas con el medio televisivo, permiten pensar, en cualquier caso, que los dos principales partidos han optado por una figura de carácter presidencial más que ejecutiva; quizá también por las dificultades que entrañaba coincidir en un profesional experimentado a la que encomendar funciones propiamente directivas. De ahí que la positiva valoración que merece el nombramiento de Oliart deba esperar, para que sea definitiva, a conocer los nombres de quienes integren su equipo al frente de la radio y la televisión pública.
RTVE afronta el doble desafío que la atomización de la oferta audiovisual supone con la llegada de la TDT y, más en general, con la proliferación de nuevos formatos a través de la Red, con el notable cambio que la nueva Ley que regula el sector introduce en su financiación. La responsabilidad sobre el Ente ha de contar con el consenso institucional que requiere la gestión de un servicio público que incide de manera tan directa en la realización de la libertad de expresión y del derecho a la información. Pero parece evidente que para Oliart y su equipo no será suficiente con preservar tal función según criterios de veracidad y pluralismo. RTVA ha de aportar además una programación de interés ciudadano que cubra aquellas necesidades que la lógica de los mercados y la demanda expresa de las audiencias puedan hurtar a los telespectadores.