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Chiclana asiste al segundo derribo de una vivienda ilegal en su historia
La casa tenía orden de demolición desde marzo de 2007, pero no se ha ejecutado hasta ahora porque falleció su propietaria El derribo se efectuó ayer en Pago Melilla por la familia
CHICLANA Actualizado: GuardarMinutos después de las doce del mediodía de ayer, la sentencia dictada por la Audiencia Provincial en marzo de 2007 surtía efecto. En apenas unos minutos Villa Celeste quedaba reducida a un montón de escombros, en el que supone el segundo derribo de una vivienda ilegal en Chiclana después del efectuado en Majada de los Chivos en marzo de este mismo año.
Habían pasado más de 24 meses desde que los tribunales dictaran la orden de derribo contra la casa del Camino de la Fusta en el Pago Melilla. El inmueble era propiedad de Margit Irmgard Zirner, una mujer alemana afincada desde 1994 en el municipio.
Con 120 metros cuadrados, la historia de este derribo es muy peculiar. Su dueña construyó la vivienda en 2003, pero lo hizo sin licencia y en una parcela cuyo suelo está calificado como no urbanizable y protegido con la calificación de interés agrícola.
Tras un largo proceso judicial y el fallecimiento a finales de 2007 de su dueña, la demolición de esta vivienda ya no tenía marcha atrás. Hace unos meses el Ayuntamiento comunicó a los familiares y herederos de Margit que si no procedían a demoler ellos mismos el inmueble, se actuaría de oficio.
No hizo falta agotar la vía administrativa. Los familiares se comprometieron a las pocas semanas a tirar la casa antes de seis meses, plazo que finalizaba dentro de unos días.
Ayer, y después de solicitar el pertinente permiso a la Gerencia de Urbanismo, varios operarios de la empresa chiclanera Nivelaciones Buti se ponían manos a la obra. Tras eliminar el enrejado de ventanas y puertas y cerciorarse de que no había nadie en su interior tiraban la vivienda, curiosamente sin la presencia de ningún familiar directo.
En las últimas semanas allegados de la propietaria (que vivía sola), habían retirando parte del mobiliario y los enseres de la casa.
Sin embargo, en el inmueble aún quedaban rastros de vida, como su perro, sacrificado antes de que las excavadoras derribaran la vivienda, o el vehículo de su dueña, que tenía todavía ayer las llaves puestas en el contacto.