«El mundo no se acabará en 2012»
Actualizado: GuardarHabla muy bajito y con tono excesivamente relajado. Pero sólo media sonrisa suya basta para romper la monotonía. De aspecto cuidadosamente informal, con vaqueros oscuros, camiseta raída y una especie de chaqueta que le queda grande, John Cusack (Evanston, Illinois, 1966) desmitifica con su estampa el glamour que se les supone a las estrellas de Hollywood. Su imagen no dista mucho de la de su personaje en 2012, pero deja muy claro desde el principio que él es un actor, no un héroe. Un repaso a su amplia filmografía revela que Cusack, habitual del mejor cine independiente -Alta fidelidad,Cómo ser John Malkovich- ya participó en una superproducción destrozona: Con Air.
-¿Lo mejor de las personas surge ante las catástrofes?
-Películas como ésta nos hacen pensar en lo que haríamos si supiésemos que nos queda muy poco tiempo de vida. Cuáles serían mis valores, con quién me gustaría estar, a quién me gustaría pedir perdón. Hace pensar en la naturaleza humana. Quizá sea ese el objetivo del filme, más que analizar lo catastrófico.
-¿Qué tiene que tener una película para que usted se involucre en ella?
-Depende del momento en que te encuentres quieres una cosa u otra. A veces tienes la posibilidad de elegir y otras tienes que trabajar sin más. Participar en una superproducción te da la posibilidad de poder hacer luego otros largometrajes con menos apoyos financieros. Y tampoco es malo que un buen actor trabaje en un filme de éxito, sobre todo si hay un gran director detrás.
-Como Roland Emmerich.
-Efectivamente, muchos grandes actores están deseando que les llame. Roland me pidió que hiciese este papel. ¿Por qué iba a decirle que no?
-¿Por qué los actores parece que siempre están justificándose por trabajar en superproducciones?
-No se qué pensarán los demás, pero Ian McKellen, por ejemplo, lo mismo hace Ricardo III que es el Magneto de X-Men o trabaja en El señor de los anillos. Y Robert Downey Jr. protagoniza Iron Man, ¿por qué no?
-También dependerá del guión y los directores, ¿no?
-Claro. Roland Emmerich tiene un caché. No hace 'Transformers', un videojuego de explosiones y poco más. Él ha trabajado con gente como Mel Gibson, James Spader, Dennis Quaid, Will Smith. Tiene mucho talento para la técnica, pero también es muy buen director de actores.
Reagan en los 80
-A usted lo catalogan como un actor versátil, ¿en qué género se encuentra más cómodo?
-Lo que más me gusta es el humor negro, pero me considero un actor con suerte porque no me han encasillado en ningún género en concreto. Tienes que hacer de todo, películas muy serias y oscuras, y otras más ligeras.
-Comenzó en el cine a principios de los años ochenta, ¿ha perdido el cine la inocencia de entonces?
-No estoy totalmente seguro de que alguna vez la tuviéramos. Además, no creo que los ochenta fueran años tan inocentes como parecen, por lo menos en Estados Unidos. Teníamos de presidente a Ronald Reagan, estábamos inmersos en la guerra fría. Mi imagen de aquella década no es tan idílica.
-Su hermana Joan también es actriz, ¿se aconsejan mutuamente?
-Lo que procuramos hacer es colarnos en todas las películas que el otro está haciendo; nos encanta trabajar juntos. La quiero mucho, es estupenda. Y cuando además de actor soy productor, siempre trato de encontrar un papel a su medida porque sé lo buena actriz que es.
-Produce, actúa. ¿La dirección no le atrae?
-Sí, pero me gustan más las otras facetas; el trabajo es más rápido, más inmediato. Los directores tardan entre dos y tres años en llevar a cabo sus proyectos.
-¿Tiene planes para más allá de 2012 o cree en la profecía maya?
-No, no creo que el mundo se vaya a acabar en 2012. Lo que sí creo es que puede haber un cambio de conciencia, de pensamiento. Hombre, igual me equivoco y sí se acaba, pero no voy a vivir lo que queda hasta esa fecha pensando en un posible final. Tengo planes para después, sí.