Talento y talante
Actualizado: GuardarNunca fue tarea fácil la clasificación literaria de un autor tan longevo y prolífico como Francisco Ayala. No lo fue, insisto, porque el dominio de su técnica fue tan progresivo y perfecto como su larguísimo andar por un siglo repleto de sucesos y cambios vertiginosos.
Por eso mismo, mucho mejor que hablar del inicial realismo crítico, de su aportación a la renovación de la novela española, del debate sobre su posible moralismo y de la objetividad o la subjetividad en su obra, quizás lo más oportuno sea el referirse al talento y al talante de Francisco Ayala.
Talento, sí, porque sus ensayos o sus novelas intelectuales reflejaban siempre la fabulosa capacidad inventiva de un autor muy riguroso que dominaba la forma, es decir, el arte de narrar. Un dominio elegante, a veces irónico y siempre majestuoso en la perfección de la estructura o la trama. Forma literaria notable, pues, en perfecta y armoniosa conjunción con el deseo de interpretar el sentido de la vida humana.
En eso, en la visión lúcida y objetiva del humano vivir es donde radica el talante de Francisco Ayala, cuya obra hace compatible el deleite de la lectura con la reflexión tragicómica sobre esa insignificancia del hombre que se proyecta en sus pasiones, en sus dramas, en sus dolores, en sus sueños y en sus esperanzas.
Talento y talante de un escritor intelectual o de un pensador literario, sin duda, en cuya dilatada obra editorial no sólo encontramos el espejo de nuestro devenir histórico, sino también el retrato agudo que refleja nuestra propia realidad.