Praga da el espaldarazo definitivo al Tratado de Lisboa
El presidente checo, Vaklav Klaus, ratifica el texto comunitario que entrará en vigor el primero de diciembre
CORRESPONSAL. BRUSELAS Actualizado: GuardarVaklav Klaus cumplió ayer su promesa y estampó a primeras horas de la tarde su firma en el Tratado de Lisboa, lo que cierra el ciclo de ratificación del nuevo ordenamiento básico de la Unión Europea. Su entrada en vigor tendrá lugar el primero de diciembre próximo. Por la mañana, el Tribunal Constitucional checo había fallado que el texto comunitario no contraviene la Carta Magna -como antes hiciera con aquellos de sus artículos que permitían una interpretación más problemática-. Mañana, Klaus viajará a Estados Unidos y tiene previsto asistir, el lunes a la conmemoración de la caída del Muro, en Berlín. Su presencia en la celebración habría sido muy problemática si el Tratado hubiera estado pendiente de ratificación.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, declaró en un comunicado que «la vía está abierta para consultas formales orientadas a la designación del presidente del Consejo Europeo y del vicepresidente de la Comisión y alto representante» y la presidencia sueca de la Unión le pisaba la palabra, anunciando a media tarde haber abierto esas consultas. El primer ministro, Fredrik Reinfeldt, expresaba su satisfacción por la firma de Klaus y anunciaba la entrada en vigor del texto el 1 de diciembre. El trámite requiere el depósito de los instrumentos de ratificación (plumas, tintas, etc., además del documento en sí), en Roma, que actúa como guardiana de los textos básicos de la UE desde la aprobación del Tratado Constitutivo de la CEE, en 1957.
La sensación de que, con la incógnita del nuevo Tratado de Lisboa despejada, las prisas se han instalado en las instituciones comunitarias era ayer palpable: el Parlamento Europeo decía estar en condiciones para examinar a los nuevos comisarios el 25 de noviembre en adelante, al margen de la sesión del plenario prevista para esas fechas. La aplicación de Lisboa entraña la modificación del plenario. Habrá dieciocho nuevos europarlamentarios procedentes de doce estados miembros, cuatro de los cuales serán españoles, lo que elevará su cómputo total a 54, desde los cincuenta actuales. Se trata de una compensación negociada por Madrid ya con motivo de la fallida Constitución europea, que ha sido asimilada por el Tratado de Lisboa.
Mayores urgencias
Pero las mayores urgencias las definen los nuevos cargos: el presidente del Consejo Europeo y el vicepresidente de la Comisión y alto representante para la Política Exterior y de Defensa. Las transacciones, abiertas durante la última cumbre comunitaria, prosiguen a todos los niveles. El actual primer ministro belga, Herman Van Rompuy, ha entrado en la liza por la presidencia del Consejo, pero su partida causa inquietud en el país, donde el barullo institucional de flamencos y valones no está todavía resuelto.
Se da por cierta la convocatoria de una conferencia europea extraordinaria a mediados de este mes en Bruselas, para nominar a los nuevos responsables de las instituciones. Barroso tiene poco tiempo para mover sus fichas, y cerrar los acuerdos con las capitales sobre el reparto de cargos en el Ejecutivo comunitario. La cartera del español Almunia (Economía) es ambicionada por todos los grandes países de la Unión.